La Copa Mundial de Fútbol de 1978 se disputó en la Argentina, un país que había sufrido dos años antes un golpe de Estado y era gobernado por representantes de las Fuerzas Armadas. El gobierno había desplegado desde su primer día un aparato de represión ilegal que incluía, entre otras cosas, el asesinato, la tortura y la desaparición forzada de personas. El evento fue utilizado tanto por el gobierno argentino para hacer propaganda, como por organizaciones de derechos humanos para dar a conocer detalles del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.
Derrocamiento del gobierno constitucional
La Argentina vivía a mediados de la década de 1970 en un contexto de violencia creciente, caracterizado por acciones de terrorismo de Estado llevadas adelante por las Fuerzas Armadas y el grupo parapolicial Triple A[1] y la actuación de organizaciones guerrilleras como Montoneros (de tendencia peronista) y el ERP (de orientación marxista).[2] La violencia política, que se venía incrementado significativamente desde fines de los años sesenta, fue la principal justificación utilizada por los golpistas para derrocar al gobierno constitucional.[3]
El 24 de marzo de 1976, los golpistas organizaron un gobierno dictatorial que impuso una Junta de Comandantes de las tres fuerzas armadas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea). La primera junta militar estuvo integrada por Jorge Rafael Videla (Ejército), Emilio Eduardo Massera (Armada) y Orlando Ramón Agosti (Fuerza Aérea). También se dispuso que el mando directo del país quedaría en manos de un «presidente», con facultades ejecutivas, legislativas y judiciales, designado y supervisado por la junta. El primer presidente designado fue Videla, quien hasta el momento era el Comandante en Jefe del Ejército.[4]
Terrorismo de Estado
El principal objetivo declarado de la Junta Militar era detener el accionar de las organizaciones guerrilleras, por lo que desde el primer día se creó una estructura legal para combatirla. El comunicado N.º 19 estableció:[5]
Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales.
Ese mismo primer día se impuso la pena de muerte y los Consejos de Guerra (Ley 21.264):[5]
Art.1 El que públicamente por cualquier medio, incitare a la violencia colectiva y / o alterare el orden público, será reprimido por sola incitación, con reclusión hasta diez años. Art. 2. El que alterare en cualquier forma contra los medios de transporte, de comunicación, usinas, instalaciones de gas o agua corriente u otros servicios públicos, será reprimido con reclusión por tiempo determinado o muerte... Art.5 ....el personal militar de las fuerzas de seguridad y de las fuerzas policiales hará uso de las armas en caso de que la persona incurra en alguno de los delitos previstos de dos a cuatro precedentes.... Art. 7 Créanse en todo el territorio del país los Consejos de Guerra Especiales Estables...que juntamente con los Consejos de Guerra Permanente para el Personal Subalterno de las Tres Fuerzas Armadas, conocerán en el juzgamiento de los delitos que prevé la presente ley. Art 10. La presente ley será aplicable a toda persona mayor de dieciséis años.
Sin embargo fue creado una estructura ilegal y clandestina, que implicaba la desaparición forzada y la tortura. Videla justificó este accionar en un reportaje:[6]
No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina, cambiante, traicionera, no se hubiere bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil, 10 mil, 30 mil. No había otra manera. Había que desaparecerlos. Es lo que enseñaban los manuales de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo.
Los operativos de detención eran realizados comúnmente por militares o paramilitares fuertemente armados que se movían en automóviles en grupos de entre cuatro o cinco personas fuertemente armados.[7] Previamente, acordaban con las fuerzas de seguridad la liberación de la zona donde iban a actuar. Atrapaban a las víctimas en la calle, en bares, cines, en sus casas o en el lugar donde se encontraran en ese momento.[7]
Una vez detenidos eran trasladados a un centro clandestino de detención (se estima que funcionaron hasta 610[8]) donde se los interrogaba mediante un régimen de tortura sistemática.[9] Finalmente, en la mayoría de los casos, fueron asesinados y sus cuerpos hechos desaparecer mediante los denominados vuelos de la muerte,[10] sepultados en fosas comunes,[11] o como N.N..[12]
Las personas que fueron asesinadas, desaparecidas o torturadas, así como las que debieron exiliarse provenían de todos los sectores y estratos de la población; una parte importante aunque no bien determinada estaba integrada por combatientes, pertenecientes mayoritariamente a las organizaciones guerrilleras y también, aunque en menor número, a las fuerzas militares y policiales.[13][14]
El gobierno militar proclamó que el blanco de la represión era el terrorismo, pero dándole un alcance por el cual virtualmente podía comprender a cualquier persona. El general Videla declaraba en 1978 al Times de Londres que "un terrorista no es solamente alguien con un arma de fuego o una bomba, sino también alguien que difunde ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana".[15]
El informe Nunca Más contiene una descripción de los desaparecidos por su grupo de referencia, donde más de la mitad eran trabajadores; en especial fueron asesinados los sindicalistas pertenecientes a comisiones internas de fábricas, como en los casos emblemáticos de Ford[notas 1][16] y Mercedes Benz.[notas 2][17] Entre los desaparecidos y asesinados existe una importante cantidad de adolescentes; en este caso es paradigmático el secuestro y desaparición de un grupo de estudiantes de la ciudad de La Plata, en el episodio conocido como la Noche de los Lápices, y también del militante comunista Floreal Edgardo Avellaneda. También fueron detenidos-desaparecidos y asesinados personas discapacitadas, ancianos, sacerdotes y monjas (como la Masacre de San Patricio de los padres palotinos,[notas 3][18] o de las Monjas Francesas Léonie Duquet y Alice Domon[notas 4][19]), sindicalistas (como Oscar Smith o Jorge Di Pascuale), periodistas (como Julián Delgado o Rafael Perrotta), artistas (como Héctor Oesterheld o Haroldo Conti), deportistas, abogados (como el laboralista Norberto Centeno[notas 5][20] o de derechos humanos, como Sergio Karakachoff[notas 6][21]). Entre las víctimas notables también se encuentran las madres fundadoras de la Asociación Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce.
EAM '78
El gobierno argentino, presidido por Juan Domingo Perón decidió comenzar con la organización del mundial en 1974.[22] Un decreto del 12 de mayo determinó la formación de la Comisión de Apoyo al Mundial, fácticamente bajo la órbita del Ministerio de Bienestar Social a cargo de José López Rega,[22] la cual estaba facultada a autorizar las compras requeridas para la organización, sin importar su monto.[23] Esta comisión funcionó hasta el golpe de Estado al gobierno de María Estela Martínez de Perón, el 24 de marzo de 1976, y estaba conformada por representantes de instituciones y ministerios. En representación del Ministerio del Interior estaba el comisario Domingo Tesone; en representación de la Asociación del Fútbol Argentino se encontraba Paulino Niembro, presidente del Club Atlético Nueva Chicago; en representación de la Confederación General del Trabajo de la República Argentina se encontraba el sindicalista Lorenzo Miguel y en representación de la Armada el vicealmirante Carlos Alberto Lacoste.[24]
Tras el golpe de Estado a Isabel Martínez de Perón, el Comité Ejecutivo de AFA presentó su renuncia, y durante un mes fue dirigida por su gerente, Ernesto Alfredo Wiedrich.[25] En mayo se realizaron elecciones y resultó elegido presidente Alfredo Cantilo, cercano al ejército.[25] De esta forma el gobierno evitó intervenir la AFA, algo que habían hecho los gobiernos de facto anteriores, evitando un conflicto con la FIFA la cual no admite la intromisión del Estado en las asociaciones afiliadas.[25]
El gobierno dictatorial presidido por Jorge Rafael Videla reemplazó, en julio de 1976, a la Comisión de Apoyo al Mundial por el Ente Autárquico Mundial '78. Se designó como presidente del EAM '78 a Omar Actis, y como vicepresidente a Carlos Lacoste, quien había participado de la comisión.[26] Existían grandes diferencias entre Actis y Lacoste: mientras que el primero pretendía una organización austera, el segundo pretendía aumentar el gasto.[27] Actis fue asesinado el 19 de agosto de 1976 por Montoneros, aunque algunas fuentes indican que Emilio Massera y Lacoste se encontraban detrás del hecho.[28]
En lugar de Actis asumió la presidencia Antonio Merlo, aunque el EAM '78 estuvo en realidad manejado por Lacoste,[26] y se estructuró en seis áreas: de planeamiento y control, de comercialización, de asuntos generales, de infraestructura, de asuntos generales de economía y finanzas y de prensa, turismo y relaciones públicas.[29] El EAM asumió formalmente la organización del mundial, relegando a la AFA al rol de mero asesor.[29] Para quitarle transparencia a los gastos, se promulgó en abril de 1977 el decreto 1261 que le permitía al EAM '78 reserva en la difusión de sus actos.[28]
En un principio se había estimado el coste total del mundial entre 70 y 100 millones de dólares, pero se calcula que en realidad superó los 700 millones[23] aunque la cifra es estimada, ya que el EAM '78 nunca presentó un balance.[30] Con este dinero se remodelaron tres estadios (Monumental, Gigante de Arroyito y José Amalfitani), y se construyeron tres más: el estadio Mundialista de Mar del Plata, el estadio Chateau Carreras y el estadio Ciudad de Mendoza.[27] También se invirtió en la mejora de las comunicaciones, de los aeropuertos, de la infraestructura hotelera y se invirtieron 60 millones de dólares en la renovación tecnológica del canal 7 estatal, el cual comenzó a transmitir a color.[22] La poca transparencia en los gastos permitió el sobreprecio en las contrataciones, por ejemplo la mejora del campo de juego costó la mitad en la Copa Mundial de Fútbol de 1982. El Mundial de 1986, con una mayor mejora de la infraestructura, costó, en términos relativos, mucho menos que este mundial.[23]
Antes del comienzo del Mundial, el intendente de Buenos Aires Osvaldo Cacciatore aceleró la erradicación de algunas villas miseria de la ciudad y el traslado de sus habitantes.[31] El operativo comenzó en un asentamiento ubicado en las cercanías del estadio Monumental, la villa del Bajo Belgrano, y continuó en los barrios de Retiro y Colegiales.[31]
El boicot y la "campaña antiargentina"
La sistemática violación de los Derechos Humanos denunciada por los exiliados argentinos en Europa desencadenó que diversas organizaciones planearan, en 1977, la creación de un boicot contra la organización del evento.[32] El mayor impacto se produjo en Francia,[33] tras la formación a fines de ese año del Comité pour le boycott de l’organisation par l’Argentine de la Coupe du Monde de football (COBA).[34] El COBA estaba integrado principalmente por militantes del Comité de soutien aux luttes du peuple argentin (CSLPA), sectores con fuerte actividad sindical vinculados a la tendencia Ecole Emancipée y el colectivo político y editorial Quel corps?.[34][35]
Las acciones incluyeron la conformación de 150[33] a 200[36] comités que fomentaban el clima anti Junta Militar, la recaudación de fondos para las víctimas del terrorismo de Estado[36] y la creación del periódico de difusión L'Epique[notas 7] que llegó a vender 120 mil ejemplares entre enero y junio de 1978.[37] Sin embargo, a nivel de coordinación central el CORBA no tenía mucha presencia de exiliados argentinos.[38] Tanto Montoneros como el PRT se habían pronunciado en contra del boicot, ya que consideraban que la realización del evento permitiría mostrar la realidad argentina.[39] Muchos exiliados aprovecharon la campaña del COBA para incrementar las denuncias sobre la situación argentina, aunque sin definirse claramente sobre el boicot.[40]
La respuesta de la Junta Militar fue denunciar que las acciones de esos grupos eran parte de una "campaña antiargentina" realizada por el terrorismo. Según palabras de Videla:[41]
"Es evidente y somos conscientes que se ha generado una imagen exterior de la Argentina que nos es desfavorable, es una realidad. Esto obedece a dos razones: en primer término la desinformación, el desconocimiento de lo que es la Argentina real, el desconocimiento de sus problemas; la segunda razón es que se ha montado una campaña internacional que tiende, mediante la exageración de los hechos a aislar a la Argentina del resto del mundo.
[...]No nos cabe ninguna duda que esta campaña está montada y responde a los intereses del terrorismo subversivo, que es un fenómeno de orden internacional"Jorge Rafael Videla.
La postura de los medios gráficos fue sumarse a la denuncia contra la campaña. Los casos emblemáticos fueron el relator José María Muñoz y las publicaciones de la Editorial Atlántida como El Gráfico, Gente, Para Ti y Somos.[42] Gente escribía el día en que comenzaba en mundial:[43]
"...A PESAR de todo lo que pasó antes del 24 de marzo de 1976: caos, violencia, falta de garantías, atraso, corrupción (...)
A PESAR del boicot contra el Mundial organizado por terroristas en varias capitales de Europa (...)
A PESAR de las consignas subversivas que circularon clandestinamente con instrucciones para alterar el orden (...)
A PESAR de las presiones de ciertos periodistas extranjeros que empezaron criticando y ahora elogian.
A PESAR de los que proponen la falsa opción: 'En lugar del Mundial, hospitales'. Podemos hacer las dos cosas...
A PESAR de todo y contra todos...
...LOS ARGENTINOS HICIMOS EL MUNDIAL."Gente, Nº 671, 1 de junio de 1978.
En algunos casos, los medios impulsaron también una "campaña argentina" en la que se citaban supuestos comentarios positivos de la prensa y personalidades extranjeras.[44] Un ejemplo de esto fue la carta apócrifa del jugador Ruud Krol a su hija, redactada en realidad por el periodista de El Gráfico Enrique Romero, que contenía este párrafo:[42]
"No tengas miedo, papá está bien, tiene tu muñeca y un batallón de soldaditos que lo cuida. Que lo protegen y que de sus fusiles disparan flores. Dile a tus amiguitos la verdad. Argentina es tierra de amor. Algún día cuando seas grande podrás comprender toda la verdad"
La dictadura utilizó también su estructura clandestina para estos fines, cuando montó en el altillo de la ESMA una oficina de prensa, en la que trabajaban los propios detenidos archivando la información sobre argentina que publicaban los medios extranjeros y difundiendo información favorable al régimen.[45] También se utilizó el mismo sistema de inteligencia utilizado en el país con las organizaciones de exiliados, infiltrando agentes en sus reuniones. El caso más conocido es el de Alfredo Astiz, quien logró infiltrarse en el Comité Argentino de Información y Solidaridad.[46]
Se dijo que algunos jugadores se sumaron a la campaña para denunciar las acciones de la dictadura militar, renunciando a participar del torneo, pero esto nunca pudo ser comprobado de manera fehaciente. El jugador alemán Paul Breitner, que había sido campeón en la Copa del Mundo anterior, se negó a participar, pero su ausencia se relacionó con motivos internos derivados de su ideología marxista.[47] El astro neerlandés Johan Cruyff tampoco asistió, aunque si bien la razón de su ausencia se atribuyó en un principio a su oposición a la dictadura o a problemas con los auspiciantes,[48] en 2008 expresó que uno de los principales motivos fue un intento de secuestro sufrido en Barcelona antes del Mundial,[49][50] hecho que le produjo una inestabilidad emocional incompatible con su desempeño en un torneo de semejante relevancia. Agregó también, en una entrevista para el canal DeporTV, que su estado físico y futbolístico tampoco era el adecuado. Algunas fuentes dijeron también que otros jugadores que asistieron, decidieron participar de las marchas que realizaban las Madres de Plaza de Mayo, como es el caso de jugadores de los Países Bajos y Suecia, pero nunca quedó muy claro quiénes habían participado,[51] aunque existen testimonios de que Wim Rijsbergen fue el único jugador neerlandés que visitó a las Madres durante el Mundial, aunque a título personal.[52][53] En relación con los jugadores suecos, su actitud con respecto a los crímenes de la dictadura fue criticada por su falta de contundencia por el padre de la desaparecida Dagmar Hagelin.[51]
No obstante, la presencia del periodismo extranjero que acompañó a los jugadores fue importante para la difusión de la lucha de las Madres, como lo indica Hebe de Bonafini en una entrevista:[54]
"Para mí, una de las cosas más importantes es que (la televisión de) Holanda haya pasado en vez del mundial la marcha de las Madres, porque era jueves y ahí nos conoció el mundo. Yo creo que eso fue un cimbronazo muy grande para las Madres porque inmediatamente las mujeres de Holanda nos escribieron y nos dijeron 'estamos a su disposición', y ellas juntaron el dinero para que tengamos la primera casa"Hebe de Bonafini, febrero de 2002.
Véase también
Bibliografía
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Notas
- ↑ En los dos meses posteriores al 24 de marzo de 1976, 25 delegados sindicales de la empresa FORD fueron secuestrados, torturados y desaparecidos; la mitad de ellos fueron secuestrados en la planta que la empresa tiene en Pacheco (Gran Buenos Aires). La empresa Ford colaboró con las fuerzas militares clandestinas dando las listas, facilitando vehículos para que trasladen a los secuestrados y participando en las torturas a través de su Jefe de Seguridad.
- ↑ Entre 1976 y 1977 fueron secuestrados 17 delegados sindicales en la empresa Mercedez Benz de los cuales sólo 3 aparecieron con vida, luego de haber sido torturados y permanecer en cautiverio clandestino durante años. La empresa colaboró con las fuerzas militares clandestinas entregándoles las direcciones de los sindicalistas, permitiendo los secuestros en la propia fábrica, y contratando como Jefe de Seguridad de la empresa a uno de los jefes de la represión clandestina en la zona.
- ↑ El 4 de julio de 1976 fueron ametrallados cinco religiosos en la Parroquia de San Patricio, en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires. Se trataba de los sacerdotes irlandeses Alfredo Leaden, Pedro Duffau y Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. El hecho es conocido como la Masacre de San Patricio.
- ↑ Léonie Duquet y Alice Domon eran dos monjas francesas que colaboraban con las Madres de Plaza de Mayo en la Iglesia de Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal de la ciudad de Buenos Aires. Fueron secuestradas, torturadas en la ESMA y arrojadas vivas de un avión.
- ↑ Norberto Centeno fue un abogado laboralista marplatense, ligado a los sindicatos y miembro del partido Peronista, que fue autor de la importante Ley de Contrato de Trabajo sancionada en 1974. Fue secuestrado la noche del 7 de julio de 1977 junto a otras 11 personas de las cuales 6 eran abogados. El cuerpo sin vida de Centeno fue encontrado el 11 de julio de 1977 con signos de haber sido torturado.
- ↑ Sergio Karakachoff fue un dirigentes estudiantil radical y abogado de derechos humanos platense. Fue secuestrado y asesinado el 10 de septiembre de 1976.
- ↑ El nombre del periódico era una alusión al periódico deportivo L'Équipe, que en ese momento apoyaba la realización del torneo.
Referencias
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