Este sitio se halla a orillas del Zambeze, en una zona donde se yerguen grandes farallones que dominan el río y las llanuras inundables. El parque alberga una cantidad excepcional de animales salvajes, en particular elefantes, búfalos, rinocerontes negros, leopardos y onzas. También se encuentran ejemplares abundantes del cocodrilo del Nilo. (UNESCO/BPI)[1]
La ciudad de Khami, que cobró un gran auge tras el abandono de la capital del Gran Zimbabwe a mediados del siglo XVI, presenta un gran interés arqueológico. El descubrimiento de objetos procedentes de Europa y China ha puesto de manifiesto que esta ciudad fue un importante centro de intercambios comerciales durante mucho tiempo. (UNESCO/BPI)[2]
Las ruinas del Gran Zimbabwe –capital de la reina de Saba, según una vieja leyenda– son un testimonio excepcional de lo que fue la civilización bantú de los shona entre los siglos XI y XV. La ciudad, que abarcaba una superficie de unas 80 hectáreas, fue un importante centro de intercambios comerciales, muy conocido desde la Edad Media. (UNESCO/BPI)[3]
Estas cataratas figuran entre las más espectaculares del planeta. El río Zambeze, que tiene más de dos kilómetros de ancho en este lugar, se precipita con estruendo por una serie de desfiladeros basálticos, levantando una nube de rocío iridiscente que puede verse a más de 20 kilómetros de distancia. (UNESCO/BPI)[4]
Este sitio se distingue por la profusión de formaciones rocosas muy características, que se elevan por encima de la masa granítica que cubre la mayor parte de Zimbabwe. Los grandes bloques de roca ofrecen abundantes refugios naturales que fueron ocupados sin interrupción por el ser humano desde la Edad de Piedra hasta los albores de los tiempos históricos, y luego de forma esporádica. Esos refugios albergan una serie excepcional de pinturas rupestres. Los Montes Matobo son todavía un centro de interés importante para la población local, cuya frecuentación de los lugares sagrados y santuarios existentes en ellos guarda una estrecha relación con sus actividades tradicionales, sociales y económicas. (UNESCO/BPI)[5]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Zimbabue, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 26 de junio de 1997,[6] ha presentado los siguientes sitios:
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2005).
El Mbende/Jerusarema es una danza popular practicada por la población de Zezuru Shona, que vive al Este de Zimbabwe, particularmente en los distritos de Murewa y de Uzumba-Maramba-Pfungwe.
La danza se caracteriza por los movimientos acrobáticos y sensuales de las mujeres y de los hombres, acompañados por un tambor polirrítmico y por hombres que golpean con listones de madera y mujeres que baten palmas, cantan al estilo “yodel” y tocan silbatos. Completamente distinto de otros estilos de danza rítmica de África del Este, el Mbende/Jerusarema no requiere encadenamientos complejos de pasos ni grandes conjunto de percusionistas. Al contrario, la música es interpretada por un solo percusionista, sin cantos ni letras.
Durante la danza, los hombres se acuclillan varias veces sacudiendo los brazos y golpeando vigorosamente la tierra con la pierna derecha, como si imitaran a un topo que cava su madriguera. El nombre curioso de la danza es revelador de sus vicisitudes a lo largo de los siglos. Antes de la época colonial, esta antigua danza de la fertilidad se llamaba Mbende, (“topo” en lengua shona), animal considerado como símbolo de la fertilidad, la sexualidad y la familia. Bajo la influencia de los misioneros cristianos, que reprobaban claramente esta danza tan explícitamente sexual, el nombre de la danza se transformó en “Jerusarema”, una adaptación en shona del nombre de la ciudad de Jerusalén, para dotarla de una connotación religiosa. Hoy día, se utilizan ambos nombres. A pesar de su condena por los misioneros, la danza conservó su popularidad, convirtiéndose en una fuente de orgullo e identidad en la lucha contra el colonialismo.
La danza está cambiando de carácter y de significación a medida que se va generalizando su representación en tanto que animación exótica para un público de turistas. También se utiliza cada vez más en las reuniones de partidos políticos, donde aparece privada de todas sus intenciones originales. El tambor mitumba, las maracas y los silbatos, que solían acompañar la danza, se han ido sustituyendo por instrumentos de mala calidad, contribuyendo así a la pérdida de la especificidad de la música Mbende. (UNESCO/BPI)[7]