Bimbaches o bimbapes | ||
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![]() Representación de los bimbaches recogiendo agua del árbol Garoé en un grabado de 1683. | ||
Información histórica | ||
Periodo | Siglos II/IV - XV d. C. | |
Decadencia |
c. 1350 (inicio de los contactos con europeos) 1405 (incorporación al señorío de Canarias) | |
Causa | Conquista de Canarias | |
Información geográfica | ||
Área cultural | Islas Canarias | |
Sub área cultural | El Hierro | |
Información antropológica | ||
Pueblos relacionados | Aborígenes canarios, bereberes | |
Idioma | Lengua guanche | |
Religión | Religión aborigen canaria | |
Asentamientos importantes | ||
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Bimbache o bimbape es la denominación que reciben los primeros pobladores de la isla de El Hierro ―Canarias, España― que la habitaban antes de la conquista europea a comienzos del siglo XV, siendo uno de los pueblos aborígenes canarios relacionados genética y culturalmente con los bereberes del norte de África. Son llamados también antiguos herreños.
Colonizaron la isla entre los siglos II y IV d. C., adaptándose al entorno insular y desarrollando su propia cultura prácticamente en aislamiento desde la caída del imperio romano hasta el redescubrimiento de las islas Canarias por los navegantes europeos a comienzos del siglo XIV. Posteriormente, la conquista y colonización europeas a partir de 1405 provocaron la desaparición progresiva de su cultura, lenguaje y sociedad, mientras que su población se mestizó con los nuevos pobladores.
Los bimbaches eran una sociedad tribal con una cultura material basada en la realización de útiles de piedra, hueso y madera, debido a la inexistencia de metales en la isla. Poseían una cerámica hecha a mano sin torno. Habitaban en cuevas naturales y chozas de piedra seca, y vestían con pieles. Su modo de subsistencia se basaba en la ganadería de cabras, ovejas y cerdos, complementado por una agricultura rudimentaria de la cebada, la recolección de productos silvestres, el marisqueo y la pesca.
Adoraban a dos divinidades, una masculina y otra femenina, para las cuales realizaban ofrendas quemando partes de animales en aras de sacrificio, así como libaciones de leche. Practicaban rituales propiciatorios de lluvia con la intermediación de un espíritu que poseía forma de cerdo, y contaban con culto a los ancestros.
Hablaban un dialecto insular de la lengua guanche y poseían una escritura alfabética líbico-bereber que plasmaban en soportes de piedra, siendo uno de los rasgos más destacados de la antigua cultura bimbache.
Fuentes para su estudio
Como ocurre con el resto de culturas aborígenes del archipiélago canario, para el conocimiento de los antiguos bimbaches existen dos fuentes principales: los documentos etnohistóricos y las investigaciones modernas, tanto arqueológicas como bioantropológicas.
En el primer grupo son escasos los datos aportados por las primeras fuentes escritas sobre la historia de Canarias. Así, destaca la información incluida en la crónica normanda de la conquista ―Le Canarien―, así como las historias del siglo XVI de Juan de Abréu Galindo ―Historia de la conquista de las siete islas de Canaria―, Leonardo Torriani ―Descrittione et historia del regno de l'isole Canaria…― y Gaspar Frutuoso ―As saudades da terra―.[1]
En cuanto a las investigaciones modernas, si bien a lo largo del siglo XIX se llevaron a cabo algunas prospecciones arqueológicas por Sabino Berthelot o René Verneau, la mayoría de los estudios se desarrollaron a partir de mediados del siglo XX. Destacaron en este sentido los trabajos realizados por Juan Álvarez Delgado y Luis Diego Cuscoy.[2]
Etnónimo

El término bimbache o bimbape con el que se conoce a los aborígenes de El Hierro aparece por primera vez en el diario del ilustrado tinerfeño Juan Antonio de Urtusáustegui a finales del siglo XVIII. Anteriormente, ningún autor había dado el nombre con el que eran conocidos, refiriéndose a ellos simplemente como herreños o naturales de la isla.[3][4]
Sabino Berthelot dice en su obra Etnografía y anales de la conquista de las Islas Canarias que la forma original debía ser ben-bachir, «cuyo nombre transformaron los autores españoles en el de Bimbachos».[5]
Para el filólogo e historiador Ignacio Reyes el término provendría de un posible original wi-n-waf con el significado de 'los de la cumbre', y sería solo aplicado a una parte de la población aborigen de la isla.[6]
Por su parte, el también filólogo Maximiano Trapero sostiene que la forma verdadera es bimbape, apoyándose en la pervivencia de esta forma en el habla popular de El Hierro.[nota 1] Este autor considera que el etnónimo es de origen castellano formado sobre la voz bimba, que en Canarias designa a una piedra arrojadiza y que él considera un guanchismo.[3]
Orígenes de la población
Existe un amplio consenso entre los investigadores modernos a la hora de situar en el norte de África el lugar de origen de los primeros pobladores tanto de El Hierro como del resto del archipiélago canario.[7] Aunque se desconoce por el momento la región precisa de procedencia, las evidencias arqueológicas, lingüísticas y genéticas los vinculan inequívocamente con los pueblos bereberes.[8]
No obstante, persiste la incógnita sobre cómo llegaron a las islas. Existen dos interpretaciones principales: la primera defiende que llegaron de manera fortuita por sus propios medios, mientras que la segunda propone que fueron traídos de manera premeditada por las civilizaciones mediterráneas ―fenicio-púnicos o romanos― con el fin de establecer asentamientos en las islas y explotar sus recursos como la obtención de púrpura de Tiro o la pesca de túnidos.[9][10]
Colonización de El Hierro

La colonización de El Hierro habría tenido lugar entre los años 170 y 330 d. C. según las dataciones radiocarbónicas modernas, durante el proceso de poblamiento general del archipiélago.[11] Los ancestros de los bimbaches llegaron probablemente desde otra de las islas occidentales de forma premeditada, pues traían con ellos ganado y semillas para su subsistencia.[12]
Algunos autores consideran que la colonización de una isla tan pequeña es un caso paradigmático, pues no fue motivada por la escasez de recursos o a una superpoblación en las otras islas, sino por un proceso de expansión en que «el descubrimiento inicial de algunas islas incentiva la exploración y colonización posterior de otras».[13]
Una vez en tierra debieron enfrentarse a un territorio agreste y a la búsqueda de los recursos indispensables, sobre todo las escasas fuentes de agua potable que posee la isla.[12] Los primeros asentamientos estarían ubicados en las zonas costeras donde podían aprovechar los recursos marinos, más regulares y seguros que los del interior, mientras consolidaban la cabaña ganadera y asentaban la agricultura.[14]
Tras la adaptación inicial se produjo la consolidación del establecimiento en la isla en torno a los siglos X y XII d. C.,[15] justo después de un episodio de cuello de botella severo hacia el siglo IX que redujo la población y que coincidió con los cambios climáticos que produjeron el período cálido medieval.[16]
Al contrario de lo que sucedió en otras islas, a El Hierro no volvieron a arribar nuevos contingentes poblacionales tras este primer poblamiento, desarrollándose en completo aislamiento hasta el final de la Edad Media.[17]
Impacto sobre el medio ambiente insular
Aunque existen pocos estudios sobre el impacto de la primera presencia humana en El Hierro, esta influyó negativamente de forma directa o indirecta a los ecosistemas insulares. La introducción de nuevos animales y plantas, el pastoreo, la roturación de terrenos para la agricultura, la recolección de plantas silvestres y la explotación de los bosques para la obtención de madera dejaron su huella en el paisaje herreño. La caza también supuso un impacto en algunas poblaciones endémicas. La codorniz canaria se extinguió y las poblaciones del lagarto gigante se vieron reducidas.[18]
Características físicas del bimbache
El historiador Juan de Abréu Galindo dice en su obra que los antiguos herreños eran «de mediana estatura»,[19] mientras que la crónica normanda indica que «son gente de hermosa presencia, tanto los hombres como las mujeres».[20]
Los estudios bioantropológicos señalan estaturas de medianas a bajas y poca robustez, siendo los individuos más bajos de todos los aborígenes canarios. La altura media del bimbache era de 162,7 cm para los hombres y de 152,4 cm para las mujeres, denotando dimorfismo sexual.[21][22]
Por otra parte, los estudios genómicos han aportado pruebas de que los bimbaches, junto con los aborígenes de las islas occidentales, estaban más relacionados con los norteafricanos del Paleolítico superior y Neolítico temprano.[23]
Enfermedades y patologías
Los estudios en los restos humanos de varios yacimientos sepulcrales han detectado enfermedades articulares degenerativas como la artrosis cervical, relacionada con tareas de carga pesada,[24] o la espondilosis, y otras lesiones como la osteocondritis disecante y la enfermedad de Osgood-Schlatter, relacionadas con la alta movilidad aborigen a causa del pastoreo. La osteoporosis está presente sobre todo en mujeres, relacionándose con la postmenopausia o con largos periodos de lactancia. También se aprecian malformaciones congénitas como la espina bífida o la patella bipartita, ligadas posiblemente a la endogamia propia de comunidades reducidas.[25] Asimismo destaca la alta proporción de individuos con caries, que los investigadores asocian con el mayor consumo de recursos vegetales en la dieta del bimbache.[26]
En cuanto a las prácticas terapéuticas, Abréu Galindo dice que los bimbaches «para curar sudaban». Para ello se abrigaban tras untarse el cuerpo con tuétano de cabras y manteca. Las heridas superficiales eran cauterizadas y luego cubiertas con manteca.[27]
Demografía
No existen datos precisos sobre el número de habitantes que tuvo la isla antes de la conquista y colonización europeas. En las crónicas normandas sobre la conquista solo se hace alusión a que «solía estar poblada por mucha gente, pero varias veces fueron presos y conducidos en cautiverio a países extraños, y hoy día quedan pocas gentes».[28]
Los investigadores modernos estiman que debió oscilar en torno al millar de personas,[29] si bien el doctor Antonio Macías sugiere un potencial demográfico de 3 500 a 4 400 habitantes con respecto a la capacidad de carga de la isla.[30]
El estudio de restos humanos en yacimientos de la isla ha aportado datos relativos a la composición de la sociedad bimbache. Así, existía una proporción similar entre hombres y mujeres, una alta mortalidad infantil y una esperanza de vida de entre treinta y cuarenta años.[31]
Economía y subsistencia
La economía de los bimbaches era principalmente pastoril, con abundante ganado caprino, ovino y porcino.
La carne era consumida cocida o asada, obteniéndose del ganado también leche que denominaban achemen y manteca o mulan.
En cuanto a la agricultura, los primeros historiadores se contradicen al indicar los cronistas de Le Canarien que había gran cantidad de habas y trigo, mientras que otros como Juan de Abréu Galindo dicen que no cultivaban ningún tipo de grano ni legumbre. Las investigaciones arqueológicas han constatado la existencia en época aborigen de por lo menos la cebada.
La recolección de productos naturales formaba parte importante de su subsistencia. Se consumían los frutos de los mocanes y hayas, con los que también se hacía una especie de vino, así como los bicácaros. Los rizomas de helecho, que denominaban haran, eran consumidos molidos y cocidos con leche.
El aprovechamiento de los recursos marinos también estaba presente en la vida del bimbache. Así, se cogían lapas, burgaos y otros moluscos, destacando los lugares donde los aborígenes acumulaban los restos de su consumo denominados concheros, ubicados tanto en la costa como en el interior. Asimismo se practicaba la pesca.
El agua, que llamaban ahemon, la obtenían de algunas fuentes naturales, pero principalmente de la que destilaba un árbol denominado Garoé, y que era recogida en una alberca excavada en la roca al pie del árbol.
Hábitat
Viviendas y asentamientos
Los bimbaches utilizaban como vivienda las cuevas naturales, si bien debido a que aquellas aptas para habitar eran escasas en la isla construían principalmente cabañas de piedra seca con techumbre vegetal.[32]
Las cuevas eran mínimamente acondicionadas construyendo paredes de piedra en el exterior para proteger el recinto.[32]
En cuanto a las cabañas, Abréu Galindo las describió de la siguiente manera:[19]
Su habitación era que hacían un circuito de pared de piedra seca grande y redondo, al que dejaban una sola entrada por donde se servían y dentro deste cerco arrimaban á la pared palos á manera que quedaban anchos del suelo como chozas cubiertas de helechos y ramas de árboles, y dentro deste circuito havitaban veinte y más vecinos con sus hijos.
Las viviendas estaban compuestas por un solo espacio multifuncional que hacía las veces de dormitorio, taller, cocina, etc.[33] Las camas eran simplemente montones de helechos con pieles de oveja o cordero encima.[19][34]
En cuanto a los poblados, no existen muchos estudios arqueológicos al respecto, pero parece que los bimbaches vivían en pequeños núcleos dispersos por el territorio. Estos se concentraban especialmente en las medianías de las vertientes noreste, sureste y suroeste de la isla.[35][33]
Lugares de enterramiento
Los bimbaches depositaban a sus difuntos en cuevas naturales formando auténticas necrópolis.
Otras estructuras
Destacan entre otras construcciones realizadas por la cultura bimbache las denominadas aras de sacrificio (véase Religión). Estas son torretas de piedra con forma de cono truncado o troncopiramidales con la cima achatada. El interior se rellenaba con piedras de toba volcánica, arena y otras pequeñas piedras, dejando un espacio para la cremación de las ofrendas. Poseen alturas medias que van de 0,5 a 1,2 metros, y una base con diámetros de 1,2 a 2,6 m. El terreno circundante se alisaba o se cubría con lajas para formar una franja alrededor del ara.[36][37]
Otra construcción bimbache eran los refugios del pastor denominados «gorona». Eran construcciones de planta circular de entre dos y tres metros de diámetro, con una pequeña puerta de acceso. Las paredes las constituían un muro de piedra seca de poca altura, con una base formada por una hilada doble exterior rellena con piedras más pequeñas. En el interior se disponían lajas a modo de asiento.[33]
Industria
Industria lítica
La ausencia de hierro y otros metales en la isla obligó a los bimbaches a desarrollar una industria lítica para proveerse de útiles. En El Hierro la materia prima era principalmente el basalto, que trabajaban para la obtención de lascas con las que fabricaban raederas, raspadores, denticulados, buriles y perforadores.[38][39]
Los molinos para la molturación de grano eran hechos de dos piezas, de tipo naviforme.[32]
Otros útiles fabricados por los bimbaches eran unos esferoides de piedra, de los que se desconoce su finalidad, y que también han sido encontrados en yacimientos de Tenerife. Se trata de cantos de basalto intensamente pulidos, de forma circular u oval, y con uno de sus extremos marcado por una arista cortante.[40]
Útiles de hueso y conchas marinas
Escasamente representada en la arqueología herreña, las piezas de hueso se limitaban generalmente a punzones, agujas y adornos personales, que se realizaban principalmente con huesos de cabra.[41]
Tanto los punzones como las agujas eran confeccionados con astillas de la diáfisis de los huesos largos por pulimento y aguzamiento de la punta. Esta era luego endurecida al fuego. Los punzones mantenían parte de la caña y articulación a modo de cabeza, y medían entre 5,5 y 11 cm de longitud y 1,8 cm de espesor. Las agujas tenían longitudes de entre 5 y 8 cm y un espesor de 6 mm. Estas piezas eran utilizados tanto para coser pieles como posiblemente para la extracción de mariscos.[41][42]
Los adornos estaban constituidos por cuentas y colgantes realizados a partir de pequeños huesos de cabra y aves.[43]
Trabajo de la madera

Debido a la mala calidad de las piezas cerámicas y a la abundancia de recursos madereros en la isla, cuyas zonas altas estaban densamente arboladas, los bimbaches desarrollaron una industria de la madera para la confección de su ajuar doméstico y otros útiles, como tablones funerarios y lanzas de pastor.[44][45]
Las lanzas o bastones con las que el pastor se ayudaba en sus recorridos por la difícil orografía herreña eran de aproximadamente tres metros de largo y cinco centímetros de grueso.[46] La madera era pulida y endurecida al fuego, y posteriormente untada con grasa animal para suavizarla y favorecer el deslizamiento de la mano.[47]
Por su parte, los tablones funerarios eran destinados al transporte de los cuerpos hasta el lugar de enterramiento y como soporte del mismo.[48]
Las maderas más utilizadas eran las de haya, paloblanco y viñátigo para las lanzas, y predominantemente de pino canario para los tablones funerarios.[45][49]
La cerámica
Los bimbaches practicaban una alfarería realizada a mano sin torno, común a todos los aborígenes canarios, pero que se diferenciaba del resto de las culturas del archipiélago por su poco desarrollo debido a la mala calidad de las materias primas que poseía la isla, a la técnica de elaboración y a los procesos de cocción.[50][51][52] Su morfología y técnica se asemejaba a las cerámicas aborígenes de La Palma y Tenerife.[53]
En general, la cerámica bimbache se caracterizó por su mala calidad, homogeneidad de formas, coloración oscura y escasa decoración.[52]
Las técnicas utilizadas eran el modelado simple a partir de una pella de barro y la técnica mixta, en la que la pieza se comenzaba por el modelado y se continuaba utilizando bollos para levantarla.[41]
La superficie de las piezas se trataba mediante alisado y espatulado, de manera tosca. La decoración, cuando la hay, es mediante incisiones verticales u horizontales en la pared externa y huellas dactilares en los bordes.[51][54]
En cuanto a su tipología, eran piezas tipo vasos, de formas cilíndricas u ovoides, de paredes rectas con labios irregulares con engrosamiento lateral.[55] Los fondos eran planos y cónicos.[41]
Aunque Juan de Abréu Galindo indicaba en su obra que los antiguos herreños usaban «casuelas de barro cocidas al sol»,[19] en realidad las piezas eran cocidas en hornos principalmente por reducción.[51]
Trabajo de la piel e indumentaria

Los bimbaches aprovechaban las pieles de los animales domésticos para confeccionar sus vestimentas. Las pieles eran cosidas con los nervios que obtenían de las reses, «que deshacían en hebras de hilo como querían, y tan delgadas como hilo portugués muy delgado».[46]
Los hombres usaban como vestimenta una especie de hopalanda hecha con dos cueros de carnero cosidos por los lados, sin mangas y hasta medio muslo. Las mujeres llevaban un blusón hasta la cintura y una falda o saya plegada a la misma que les llegaba hasta las rodillas. Ambos sexos usaban el tamarco para abrigarse. Se trataba de una especie de capa hecha con piel que mantenía el pelo, y que se anudaban al cuello con correas. Como calzado utilizaban pellejos crudos de cerdo con los que se envolvían los pies.[56][57]
Con las pieles también se confeccionaban recipientes como zurrones para amasar el gofio o para portar líquidos, así como cobijas para el lecho y mortajas.[49]
Organización sociopolítica
En El Hierro no había división territorial interna al contrario que en el resto de islas, excepto Lanzarote.
Las tierras y otros recursos comunes se gestionaban y repartían equitativamente con pactos en una asamblea colectiva, usando un rey de mediador.
Mundo mágico-religioso
Creencias
El poder divino lo representaba la naturaleza. En El Hierro tenían dos divinidades importantes, Eraorahan (varón) y Moneiba (mujer) como dioses benignos y otro maligno al que rogaban en tiempos de desesperación, llamado Aranfaybo.
Lugares de culto
Ritos y celebraciones
Rituales funerarios
Lenguaje y escritura

El habla bimbache
Los bimbaches hablaban una variedad insular de la lengua guanche, con un origen común a las hablas del resto del archipiélago de filiación líbico-bereber, pero que evolucionó de manera independiente durante más de mil años debido al aislamiento de la cultura bimbache.[58]
El estudio lingüístico de la toponimia herreña de origen bimbache indica su estrecha relación con el bereber del sur de Marruecos, el zenaga de Mauritania y el tuareg del Sáhara central, pero con algunos rasgos propios de las hablas de los antiguos territorios de los gétulos.[59]
Tras la conquista el habla bimbache perduró durante un periodo de tiempo conviviendo con el castellano, pero ya a mediados del siglo XVI se había extinguido como medio de comunicación.[60]
El único elemento que ha sobrevivido de cómo podría haber sido el habla bimbache es una frase y su correspondiente traducción que formaba parte de una endecha, y que fue recogida en la obra de Leonardo Torriani:[61]
Mimerahaná zina zinuhá / Ahemen aten harán hua / Zu Agarfú fenere nuzá
'Que lleven aquí, que traigan aquí; qué importa leche, agua y pan, si Agarfa no quiere mirarme'.
- Léxico
En la literatura histórica fueron recogidas algunas palabras bimbaches con su significado:[56][62]
Término | Traducción o definición |
---|---|
Achemen | leche |
Acof | 'río' |
Ahemon | agua |
Benisahare | cárcel subterránea |
Guamames / aguamames / aguamanes | pasta hecha de rizomas de helecho cocidos |
Guatibao / guatatiboa | convite, banquetes comunales |
Haran / aran | harina de rizomas de helecho cocidos |
Jubaque | oveja gorda |
Mulan / aculan | manteca |
Tomasaque | lanza de madera |
Por su parte, en el habla herreña moderna persisten algunos términos genéricos exclusivos de la isla que no fueron recogidos en las fuentes históricas, pero que los investigadores consideran de origen prehispánico. Es el caso de «gorona», «guársamo», «jeren» y «juaclo», además de varios nombres de plantas (véase Supervivencias).[63]
El silbo herreño
La isla de El Hierro posee un lenguaje silbado que, aunque modernamente sustituye al español, tiene sus raíces en los modos de comunicación aborígenes. El silbo herreño estuvo en relativo vigor hasta la década de 1970, siendo puesto en valor de nuevo a principios del siglo XXI.[64]
Escritura
Los bimbaches utilizaban la escritura líbico-bereber que plasmaban en soportes de piedra mediante la técnica del piqueteado, siendo El Hierro la isla del archipiélago que concentra el mayor número de grabados alfabéticos.[65]
Al comparar los grabados herreños con los africanos continentales, los investigadores han observado su mayor similitud con las inscripciones del líbico occidental.[66]
Los estudios sobre estos grabados han aportado la existencia de una veintena de letras en el alfabeto aborigen.[65]
Manifestaciones rupestres
Aparte de los símbolos alfabéticos, los bimbaches realizaban grabados rupestres en las superficies basálticas de márgenes de barrancos, cornisas de cuevas y coladas lávicas. Los motivos eran principalmente geométricos y figurativos, y las técnicas utilizadas era el piqueteado y el rayado con un percutor de piedra.[37][67]
En cuanto a su significado cultural, la hipótesis más aceptada es su vinculación con el mundo mágico-religioso.[68]
Contacto con otras culturas

El Hierro y el resto de las islas Canarias fueron conocidas por los pueblos mediterráneos en la Antigüedad, pero nunca fueron excesivamente frecuentadas y cayeron en el olvido durante la Edad Media.[69]
A comienzos del siglo XIV el archipiélago fue redescubierto por navegantes genoveses, y en 1341 finalmente fueron exploradas por una expedición enviada por el rey Alfonso IV de Portugal compuesta por florentinos, genoveses y castellanos.[70] Posteriormente, varias expediciones mallorquinas visitaron con asiduidad las islas con objetivos tanto misionales como comerciales.[71]
A partir de finales del siglo XIV El Hierro se vio repetidamente asaltada y sus pobladores capturados para ser vendidos como esclavos.[72]
En 1402 se inició la conquista de Canarias por parte de un grupo de expedicionarios franceses capitaneados por Jean IV de Béthencourt y Gadifer de La Salle.
En el verano de 1403, Gadifer de La Salle visitó todas las islas para reconocerlas. Permaneció en El Hierro veintidós días, capturó a cuatro mujeres y un niño, y planeó conseguir en Sevilla algún intérprete porque creía que así se atraería al resto de la población y someter la isla.[73] Sin embargo, sus planes quedaron inconclusos al abandonar la empresa conquistadora por desavenencias con su socio.
Conquista de El Hierro
En noviembre de 1405 Jean de Béthencourt arribó a El Hierro. Después de permanecer en ella tres meses envió a un intérprete llamado Augeron, que era hermano del rey de la isla, para que hiciera ir ante él al rey y su gente. Finalmente el rey llegó acompañado de 111 personas bajo seguro, pero fueron capturados, repartidos como botín y algunos vendidos como esclavos. Béthencourt dejó entonces a 120 nuevos pobladores normandos en la isla.[74][nota 2]
La isla quedó así incorporada al señorío de las islas Canarias y la cultura aborigen comenzó a desaparecer, produciéndose la progresiva aculturación de los bimbaches supervivientes.[76]
Supervivencias

A pesar de la supervivencia de una parte de la población aborigen al proceso de conquista y colonización europeas, los estudios genéticos más recientes indican que no queda nada de los bimbaches en el ADN de los modernos habitantes de El Hierro.[77]
No obstante, su subsistencia por lo menos en los siglos inmediatos a la incorporación a la Corona de Castilla está atestiguado por la pervivencia de determinadas prácticas pastoriles o ligadas a ellas como el salto del pastor o el juego del palo, así como a vestigios del lenguaje.[78][79] Asimismo, algunos autores consideran que el baile popular conocido como tango herreño tiene raíces aborígenes.[80]
Aunque la lengua bimbache desapareció como medio de expresión, algunos términos fueron incorporados al habla herreña. Ejemplos son juaclo, cueva o choza; guásamo, cavidad para recoger agua; o los diversos apelativos para el color del pelaje del ganado: ambracásaca, cómbaca, firanca, jórana, manajais, mástuca, mérusa, ómana o pipana; pero sobre todo aparecen como nombres comunes de diferentes especies de plantas nativas como el ajinajo, la sanjora, nombre genérico para las especies de Aeonium, el mol, la irama o el cárisco.[81]
Sin embargo, donde más destaca la supervivencia de los vocablos aborígenes es en el campo de la toponimia. En El Hierro persisten unos doscientos topónimos bimbaches, tanto de accidentes geográficos ―Asánaque, Jinama, Tejegüete, Tijirote,…― como de poblaciones ―Guarazoca, Isora, Tamaduste, Tiñor,…―.[82]
Bimbaches conocidos
Yacimientos arqueológicos

Restos arqueológicos
La isla de El Hierro cuenta con variados yacimientos arqueológicos en forma de cuevas de habitación y sepulcrales, aras de sacrificio, concheros, y sobre todo estaciones de grabados rupestres. En este sentido, la isla concentra el mayor número de grabados de todo el archipiélago con 114 paneles catalogados,[65] todos ellos protegidos por ministerio de la ley 11/2019, de 25 de abril, de Patrimonio Cultural de Canarias.[83]
Sobresalen las estaciones de grabados de:
- Los Letreros de El Julan
- Cueva del Agua
- Tejeleita
- La Caleta
- La Candia
- La Restinga
Como bien de interés cultural en la categoría de zona arqueológica fueron declarados:
- El Julan
- Poblado de Guinea
- La Cueva de la Candia
Museos
- Museo arqueológico de El Hierro
- Parque cultural de El Julan
Notas
- ↑ Existe en la isla el topónimo La Cueva de los Bimbapes en Temijiraque. Además, según Trapero, los herreños conservan a modo de expresión «¡Tú eres un bimbape!» cuando quieren reprocharle a alguien sus modales toscos.[3]
- ↑ Para el profesor Elías Serra estas 111 personas serían la población masculina de la isla, quedando en ella las mujeres y niños.[75]
Referencias
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