Jiménez de Urrea | ||
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Ximenez de Urrea en aragonés | ||
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Blasonamiento | Escudo bandado de seis piezas de azur y argent, tres de cada esmalte | |
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Familias relacionadas |
Casa de Bardají Casa de Fieschi | |
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Títulos |
Vizcondes de Rueda Condes de Aranda | |
Miembros | ||
Fundador |
Ximen de Urrea (legendario) Pedro Jiménez | |
Miembros | Pedro Manuel de Urrea | |
Los Jiménez de Urrea o Ximénez de Urrea fueron de las familias nobles más importantes y poderosas del Reino de Aragón en la Edad Media, reconocida por Carlos I de España en las Cortes de Monzón de 1528 como una de las ocho "grandes casas de Aragón".
Miembros de esta familia destacaron en la reconquista aragonesa y valenciana y en la gestión de las instituciones de la Corona de Aragón así como en la jerarquía eclesiástica como el obispo de Tarazona Miguel Jiménez de Urrea.
Leyendas del origen de la familia
Aunque las primeras noticias que se tienen de este linaje son del reinado de Alfonso I de Aragón con Pedro Jiménez de Urrea, quien tenía bajo su dominio Urrea de Jalón, El Bayo y Biota, a lo largo del tiempo la familia fue generando una leyenda fundacional vinculando el origen de la misma a varios personajes de origen imperial o real, quedando el verdadero origen de la familia oculto.
Como descendientes de Enrique IV
El origen de esta leyenda se encuentra en la Recopilación del linaje de la Casa de Urrea, obra realizada por el primer cronista de la familia Pedro de Funes y encargada por Miguel Ximenez de Urrea y Hijar V vizconde de Rueda y II conde de Aranda. Esta obra se basa principalmente en un texto del 1389, de origen apócrifo, mandado copiar por el I conde de Aranda Lope Ximénez de Urrea y Centelles y en el que se narra que el emperador Enrique IV había realizado una peregrinación a Santiago de Compostela junto a su familia y que de regreso a sus feudos se encontró con el rey aragonés Pedro I en el asedio a Huesca, siendo aquí donde uno de sus hijos, Maximiliano, decidió quedarse al servicio del aragonés y adoptar el apellido del primer lugar que conquistase, que según la leyenda fue Urrea de Hijar y tras el cual empezó a ser llamado Ximén.[1]
Ya en el 1499 Gauberto Fabricio de Vagad publicó su obra Crónica de Aragón en donde otorgaba al caballero alemán que apareció junto a San Jorge en la Batalla de Alcoraz, tras haber estado presentes en la Batalla de Antioquía tal y como lo narra la Crónica de San Juan de la Peña, la identidad de este príncipe ficticio, hijo de Enrique IV.
Este método de vinculación a la esfera real aragonesa fue a menudo utilizado por distintos linajes de la nobleza aragonesa, que usaban este hecho bélico tan importante para el entonces incipiente reino aragonés como forma de incrementar el prestigio del linaje o como base para la petición de prerrogativas en los siglos XV y XVI tal y como hizo Martín Ximénez de Urrea y Fernández de Heredia, hermano del VI Conde de Aranda, quien imprimió un Memorial entre el 1660 y 1670 en donde exponía esta supuesta ascendencia imperial a la vez que pedía al Rey una merced nobiliaria o un oficio palatino.
Otros autores como el Rey de Armas de Fernando II, Juan Ortega de Prado, quien en su obra manuscrita Crónica de los linajes de Aragón y Castilla repitió los mismos argumentos que Funes, mientras que otros como Alonso Téllez de Meneses en su obra Nobiliario de España y Lucio Marineo Sículo en Opus de Rebus Hispaniae memorabilibus dedicaron poca tinta a la casa en sus obras pero continuaron la naciente narrativa del origen imperial de la casa.
El primer autor que desacreditó de forma frontal esta narrativa y la tachó como improbable fue el cronista Jerónimo Zurita, quien recomendaba no dar demasiado crédito a elementos tan fabulosos en las distintas historias familiares nobles. A pesar de la advertencia del autor de los Anales de Aragón y del refuerzo de su sucesor Jerónimo de Blancas, la leyenda continuó a la alza, usando a menudo citas incompletas de la obra del zaragozano para adaptarlas a la narrativa deseada como hizo Tomás Tamayo de Vargas, Cronista General de Castilla e Historiador General de las Indias en el Historial de la familia de Alagón o citando a los cronistas de la familia como seria el caso de Vicencio Blasco de Lanuza, en sus Historias eclesiásticas y seculares de Aragón.
Otra obra que también tilda este origen imperial como "meras conjeturas" es el Nobiliario de Aragón del autor Pedro Garcés de Cariñena, aunque Pedro Moreno Meyerhoff y Francisco Moxo y Montoliú lo atribuyen al propio Zurita, quien había dejado notas manuscritas en la obra, quien defendía que la población de origen del feudo era la población zaragozana Urrea de Jalón, que por su situación más al norte habría sido conquistada antes que Urrea de Gaén, al igual que fecha a sus primeros miembros en la época de Ramón Berenguer IV, que encaja con los primeros documentos existentes de esta familia. La localización del feudo original de los Urrea en Urrea de Jalón también fue apoyado por el segundo cronista de la familia, Jaime de Abiego, quien reconocía que no había noticias sobre la población de Híjar fuera el origen, aunque si que defendía el origen imperial de forma frontal, al ser el notario público de Épila.
Respecto al posible origen de la familia, el poeta Luis de Zapata escribió en su obra Carlo Famoso unos endecasílabos en los que menciona el origen godo de la familia, algo muy común en la vieja nobleza castellano-leonesa:
De la Antigua y Real sangre de Urrea
seys vandas desta suerte repartidas
tres azules tres blancas en tu ydea
son en todo el mundo armas conocidas
de la Antigua y Real Cassa de Urrea;
en Aragón son ahora sus manidas,
vaya a buscarla allá quien las dessea
antiguamente vienen sus arreos
de los antiguos godos Pirineos.
El último de los tres cronistas de la familia, Juan Lorenzo de Merenzi y Aldaya, escribió su obra Historia manuscrita de la Ilustre Casa y Familia de Ximénez de Urrea en dedicación a la V condesa de Aranda, Luisa de Padilla y Manrique, de quien era secretario y médico personal. En la primera parte de la obra trata el origen de la familia, tratando los distintos orígenes de la familia que se habían difundido:
- Sobre el origen godo de la familia él defiende la idea de que no era honroso el dar ese origen a la familia tras lo que según el fue la traición de los godos al permitir la conquista musulmana de España.
- Sobre la idea de que descendían del caballero alemán que según la leyenda apareció junto a San Jorge en la Batalla de Alcoraz, Merenzi lo desacredita esa teoría aduciendo que no hacía falta recurrir a hechos milagrosos para datar la antigüedad de la familia, así como desacredita la idea de que fuera el antepasado de los Fieschi de Génova, aduciéndolo a la falta de los documentos que se quemaron en San Juan de la Peña. Aún así considera que ambas casas se originaron de la misma dinastía en la misma época.
- Respecto a la opinión de que descendían de nobles aragoneses que se habían refugiado en las montañas de Jaca y que participaron en la elección de los primeros reyes del Sobrarbe, él arguye que su origen era alemán, volviendo a traer al frente al hijo ficticio de Enrique IV, Maximiliano, a través de quien habían obtenido la ricohombría.
Posteriormente defendía que el origen era el mismo que ya había puesto por escrito Funes aunque intentando rellenar algunas lagunas de la historia como la falta de mención alguna de un hijo de Enrique IV llamado Maximiliano, a lo que él sostiene que había llegado a tierras de Aragón "en tierna edad" y "solo había sido conocido en ella", planteando también que la fama de los otros hijos de Enrique pudo tapar la existencia de otros hijos tenidos con su primera mujer Berta o su segunda Eupraxia.
Después de aclarar esas lagunas continua narrando que en la Batalla de Alcoraz llegó a cortar una de las cabezas de los reyes musulmanes que más tarde formarían parte junto a la cruz del posterior escudo de Aragón, recibiendo ahí mismo la ricahombría y continuando posteriormente en las distintas conquistas de Barbastro, Fraga, Calasanz, Pertusa y Alcanadre para fallecer entre el 1120 y 1121 en Zaragoza, siendo enterrado en la Seo de la misma
Ramón Royo, archivero del X Conde de Aranda, recibió en 1786 el encargo de averiguar los orígenes de las Casas de Urrea y de Abarca en los documentos y libros conservados en el archivo del monasterio de San Juan de la Peña, al final de su investigación redactó su informe, titulado, Árbol genealógico de la Illtma. Familia de Ximénez de Urrea desde Dn. Enrique Quarto del nombre y octabo Emperador de Alemania y Emperatriz Doña Inés su mujer hasta el Exmo. Sr. Dn. Pedro Pablo Abarca de Bolea Ximénez de Urrea, Conde de Aranda, en donde expuso la tradición historiográfica entorno al tema antes de apuntar que no existe ningún Maximiliano en las firmas de los documentos del rey Pedro I, inscripción y el dibujo de una lápida muy maltrecha de una de las tumbas de nobles del Monasterio de San Juan de la Peña que podría pertenecer a un Simeno o Ximén, uno de los nombres a los que se le adjudicó al fundador originalmente, también anota al existencia de una sala de retratos llamada "Salón del Linage", hoy desaparecido, en el palacio que los condes tenían en Almonacid de la Sierra, donde estaban representados todas las cabezas del linaje según la leyenda hasta el II conde de Aranda, Miguel Ximénez de Urrea.
Como descendientes de los reyes de Navarra
El abad de San Juan de la Peña, Juan Briz Martínez, tras refutar la teoría del origen imperial de la familia basándose en el uso preferente del apellido "Ximénez" como prueba del origen de la dinastía Jimena, teoría que no fue respaldada por otros eruditos de entonces como los posteriores cronistas de la casa de Urrea como lo fue Juan Lorenzo de Merenzi y Aldaya, quien descartaba esta teoría debido a lo prolífico que era.
Posterior a la publicación de Briz fue la de un autor anónimo, quien ente el 1620 y el 1640 escribió una serie de textos en el cual nombraba a un tal Rui Pérez como el primer Urrea documentado a la vez que rechazaba completamente la tesis del origen imperial, más adelante los ancestros del Rui Perez mencionado, vinculándolo con los señores de Cameros, una familia noble de origen navarro, o con el conde Sancho Ramírez, hijo bastardo del rey Ramiro I de Aragón. Según él la familia se mantuvo en Castilla hasta Pedro Jiménez, quien en el 1110 pasó al servicio de Alfonso I, obteniendo el dominio de Urrea y Turbena y poco después siendo nombrado Justicia de Aragón. Este Pedro Jiménez era muy probablemente hijo de un Ximeno Sánchez y éste a su vez hijo de un Sancho que podría proceder tal vez del entorno tutelar o familiar del conde Sancho Ramírez. Igualmente este vínculo con los señores de Cameros podría provenir de la mujer de este Ximeno Sánchez o la de Pedro Ximénez, pudiendo ser esa la razón del nombre de Rui.[1]
Historia
Nacimiento del linaje y primera rama cadete, los señores de Biota
El primer miembro del linaje fue el Justicia de Aragón entre el 1113 y 1125, Pedro Jiménez, quien ya debía de pertenecer a una familia de cierto prestigio debido a su formación jurídica, tenía varias poblaciones como Urrea de Jalón, Biota y El Bayo. Su hijo Rodrigo[a] Pérez de Urrea I aparece ya en 1131 como tenente de Urrea de Jalón, topónimo que incorpora desde entonces como sobrenombre característico del linaje,[2] el cual tras su muerte en el 1146 se dividirá en dos ramas, la de Urrea y la de Biota, aunque debido a que la rama de Urrea tuvo un mayor crecimiento durante el último tercio del siglo XII y principios del XIII recuperó poco después el señorío de Biota, probablemente debido a su extinción, ya que antes del 1248 Jimeno de Urrea II era señor de Biota.
Primera unificación de la Casa con Jimeno de Urrea II y conflicto entre Jimeno III y su madre María Ruiz
El 24 de julio de 1233 el rey aragonés Jaime I concedió a Jimeno de Urrea II, quien ya era señor de Alfindén, el castillo de Alcalatén en recompensa por sus servicios en la primera oleada durante la conquista del reino de Valencia, esta participación en una campaña como fue la de Valencia durante el reinado del joven monarca aragonés era arriesgada pero podía generar unas recompensas considerables que ayudarían a la familia a aumentar su prestigio y patrimonio, aunque ya había sido introducido al círculo regio ya que aparece mencionado junto a su padre Pedro Jiménez de Urrea en el 1209.[2]Tras la muerte de Pedro II en Muret, se dedicó a gestionar y aumentar el patrimonio familiar realizando compras como la de la villa y castillo de Alcañicejo por cuatrocientos morabetinos pero una vez alcanzada la mayoría de edad del rey y el inicio de su actividad independiente empezó a aparecer en los documentos como confirmante, algo que también aportó otras donaciones como fue la de Sollana tras la conquista de Valencia. Otro aspecto importante de este magnate es que en su testamento del 30 de noviembre del 1240, otorgado poco antes de la siguiente campaña militar de Valencia, dejó toda su herencia repartida entre sus tres hijas y su primer hijo, Pedro, a pesar de que su segundo hijo Jimeno aún seguía vivo pero dedicándose a la guerra en ultramar, probablemente debido a su condición de segundón, la razón de su exclusión de la herencia podría ser por haber asumido su muerte o por alguna desavenencia familiar.
La situación había cambiado en el 1248 tras la muerte de Jimeno II ya que su hijo segundón, Jimeno III, se encuentra presente en los territorios familiares y el heredero Pedro ha fallecido, a lo que Jimeno III reclamó a su madre María Ruiz la herencia de su hermano fallecido y la posición como cabeza de la casa de Urrea pero aunque no se sabe exactamente qué conflicto ocurrió la sucesión no llegó hasta la firma de una concordia entre ambos en la que se hubo de involucrar la Cancillería Real con el propio rey, el arzobispo de Tarragona Pedro de Albalat y el infante Pedro de Portugal, tío del monarca. En principio la concordia firmada el 24 de febrero de 1249, a la que se sometió primeramente el hijo nombrando como valedores a Pedro Cornel mayordomo de Aragón, Jimeno Pérez de Ayerbe y Jimeno Blázquez de Híjar a la vez que se sometía a la jurisdicción del arzobispo de Tarragona pero igualmente solicitaba a su madre que depositase los títulos de propiedad del patrimonio familiar en el monasterio de Rueda para que no fueran manipulados y tras su muerte estos fueran heredados por él y sus hermanas.
Tras estas sucesivas muestras de sumisión y acatamiento de la concordia, María Ruiz le entregó los castillos y villas de Aladrén, Lucena, Trullás y Pardines, y las heredades de Valencia; así como el resto de heredades y bienes que fueron de su marido y ella, con excepción del castillo y lugar de Cámaras, el castillo y lugar de Biota, el castillo y villa de Sollana, y la heredad de Belchite, al igual que acordaba entregarle en un futuro la villa y castillo de Alcalatén. Hay que tener en cuenta que tanto Alcalatén, como Biota y Sollana, eran los bienes que Jimeno II le había otorgado a su esposa para que dispusiera libremente de ellos, por lo que es posible que buscase mantenerlos durante su vida en forma de usufructo vitalicio a su nombre, a diferencia de las otras tenencias que aún no entregó a su hijo hasta su muerte.
Jimeno III y la segunda división de la casa
Sobre Jimeno III no se sabe mucho, al igual que tampoco se sabe porqué se encontraba en ultramar combatiendo y porqué en el primer momento en el que reaparece su padre no le incluye dentro del testamento, aunque si redacta un documento por el cual le concedía una cantidad de dinero considerable. Se conoce más de él por su testamento del 3 de abril 1276, donde menciona a su mujer y a sus nueve hijos entre otros datos, que por cualquier otro documento pero a pesar de ser una de las cabezas menos conocidas de la dinastía, los documentos de la Cancillería Real de Jaime I permite vislumbrar que siguió la misma estrategia que su padre y abuelo de mantenerse al servicio de la corona, llegando a aparecer en situaciones solemnes como las Cortes de Ejea de abril del 1262, pero principalmente se centró en la tenencia de Alcalatén como se ve en la concesión del 24 de noviembre de 1282, donde el obispo y el prior del capítulo de Tortosa le concedieron los diezmos de todas las poblaciones del castillo o cuando el 7 de octubre de 1283, el rey estableció el régimen municipal de todos los lugares que don Jimeno tenía en el reino de Valencia.
Gracias a su testamento sabemos que se casó con Toda Pérez Cornel, hija de Pedro III Cornel, mayordomo del rey y con quien tuvo al menos nueve hijos, de los cuales la mayoría eran menores en el momento de la redacción y razón por la cual estipuló que si el testamento se tuviera que ejecutar por su muerte los menores quedaban bajo la tutela y custodia de su madre, a quien tenían que respetar y honrar como buenos hijos.
A través de su testamento también se puede observar su estrategia de alianzas matrimoniales, habiendo casado a dos de sus hijas con personajes importantes dentro del círculo de rey como es el caso de su hija Aldonza, a la que casó con Ferrán Sanchez de Castro, barón de Castro y uno de los hijos favoritos de su padre Jaime I a pesar de su origen ilegítimo o Eva, a la que había casado con el noble Lope Ferrench III de Luna, señor de Luna y uno de los principales nobles del reino.
En el mismo documento menciona a otras tres hijas, Toda, que recibiría una heredad en Belchite tras la muerte de su padre, aunque ya había recibido diez mil morabetinos como dote pero no se sabe con quien, Teresa, que probablemente fue religiosa y Guillerma que siguió la misma vida que su hermana Teresa.
Respecto a los cuatro hijos del matrimonio se entiende que los dos mayores fueron Jimeno, quien recibiría exclusivamente el patrimonio en el reino de Aragón con Biota, Gallur, Tierga, Aladrén, San Bartolomé, Luco, Panizas y la de Cámaras junto con una heredad en “Fuerasdues” y todos los derechos que le pertenecían en La Almunia de doña Godina, en el castillo y villa de Cabañas de Jalón, en Alpartil, en la heredad de Ricla y en la de Agello, y Juan, quien recibiría el patrimonio ubicado en mayoría en el reino de Valencia con Pieraselz, Almoafa, Las Salinas, Mores, la tenencia de Alcalatén, con Lucena, Chodos, Araya y Les Useres junto con unas casas en Daroca y la tenencia del castillo y villa de Paüles, que en realidad era de la Orden del Hospital pero que estaba encomendada a Jimeno III, quien dividió entre sus dos hijos mayores el patrimonio que había acumulado hasta entonces. Los otros dos hijos de Jimeno III y Toda Pérez Cornel fueron Lope y Miguel, quienes heredarían en el caso de que uno de sus hermanos, Jimeno en el caso de Lope y Pedro en el de Miguel, fallecieran sin herederos y si esto no sucediera su madre les dotaría para contraer matrimonio o podrían elegir tomar los hábitos como sí hizo Miguel, que llegó a ser obispo de Tarazona.
A través de esta política tras la muerte de Jimeno III la casa de Urrea volvió a contar con una rama cadete, dividiendo a la familia entre los Urrea de Aragón como línea troncal con los señoríos de Aladrén y Biota como sus principales feudos por un lado y los Urrea valencianos o de Alcalatén, que aunque mantuvieron su presencia en Aragón su principal feudo era el señorío de Alcalatén, en el Reino de Valencia.
Estrategias políticas opuestas de las dos líneas familiares
Con el paso del tiempo las distintas ramas siguieron diferentes estrategias políticas, la rama principal con Jimeno IV a la cabeza a menudo mantuvo enfrentamientos con la corona, mientras que la rama valenciana encabezada por Pedro de Urrea se mantuvo cercana a ella, aun así esto no eliminó la solidaridad parenteral que definía estos grupos familiares.
Los Ximénez de Urrea en Aragón, señores de Biota y Aladrén
Sobre Jimeno Ximénez de Urrea IV sabemos que ejerció desde el 1276 y que se casó con Gracia Dionís, hija de Amor Dionís, señor de Canals, por lo que le dieron Biota, El Bayo, Paniza, Aladrén y Luco como feudos ubicados en Aragón y Sollana, en el reino de Valencia. El matrimonio tuvo tres hijos, Pedro de Urrea, que llegó a ser Obispo de Huesca, Jimeno de Urrea, que murió siendo aún joven como señor de Canals y Juan Ximénez de Urrea, el mayor[b] quien heredó el patrimonio familiar de la línea aragonesa aunque debido a la muerte sin testamento de su padre, acaecida en el 1301, se encontró bajo la tutoría y custodia de sus dos tíos paternos durante su minoría de edad, Miguel Ximénez de Urrea, futuro obispo de Tarazona y su tío homónimo y cabeza de los Urrea valencianos, Juan Jiménez de Urrea I, quien ya había recibido el señorío de Monteagudo.
Juan Ximénez de Urrea se casó dos veces en su vida, el primer matrimonio fue con Sibila de Anglesola con quien tuvo a su hijo y heredero homónimo , tras la muerte de su mujer, posiblemente debido al parto, contrajo segundas nupcias con Elvira Cornel, hija de Ximeno Cornel, señor de Alfajarín, con quien tuvo poco después dos hijas, Beatriz y Violante. Tras alcanzar la mayoría de edad e iniciar una actividad política independiente Juan Ximénez mantuvo una posición de conflicto con la corona aragonesa, llegando a ser alejado de las cortes previas a la rebelión de la Unión Aragonesa, que lideró hasta el punto de liderar las fuerzas aragonesas durante la Batalla de Épila, donde falleció en combate y su heredero fue capturado para ser ejecutado en prisión bajo las órdenes de Pedro IV. [3] La rama no desapareció al completo aunque el rey confisco el patrimonio familiar, poco a poco fue restituyendo el patrimonio a los herederos que sobrevivieron, como ocurrió con su hermana Violante, quien recuperó en el 1360 el vizcondado de Biota tras casarse con Gonzalo González de Lucio, señor de las Henestrosas, quien estuvo al servicio del rey Pedro IV en la recuperación de Tarazona tras su conquista por los castellanos en la Guerra de los Dos Pedros.[4]Aun así las tenencias de la familia retornaron a la línea de los Ximénez de Urrea de Alcalatén tras la muerte sin herederos de los hijos de ambos ya que sus hijos, Antonia que murió sin hijos y Juan que se casó dos veces, la primera con María de Palafox naciendo un hijo llamado Juan que murió sin descendencia y la segunda con Teresa Ximénez de Aibar con quien tuvo a Antonio que no dejó descendencia.[5]
Ximénez de Urrea en Valencia, señores de Alcalatén y de Monteagudo
La rama valenciana de los Urrea con Juan Jiménez de Urrea I, señor de Alcalatén, a la cabeza adquirió el señorío de Monteagudo tras su actuación en la guerra con los castellanos, así como la concesión en el 1306 de mercado en Alcora por parte del rey Jaime II, con quien mantuvo una buena relación como se puede ver en la considerable hueste que dirigió durante el sitio de Almería del 1309, falleciendo de causas naturales a su regreso y dejando como heredero a su nieto homónimo, hijo de Toda Jiménez de Urrea y de su esposo Artal V de Alagón, pero bajo la tutela de su abuela, Teresa de Entenza y madre.
Toda Jiménez estuvo comprometida desde joven con Artal IV de Aragón, señor de Sástago, con firmó los capítulos matrimoniales el 11 de enero de 1291 y con quien tuvo al heredero de su padre Juan Jiménez de Urrea II, que como hijo segundón adoptó el apellido materno como se acordaron en los citados capítulos para continuar la línea familiar, aún así debido a que en el momento de la muerte de su abuelo en el 1310 aún era menor su herencia fue manejada hasta su mayoría de edad por Miguel Ximénez de Urrea, obispo de Tarazona y por la esposa del fallecido, Teresa de Entenza.
Esta estrategia de la rama a favor del rey le llevó a estar en el bando realista durante la Guerra de la Unión, con la rama principal de los Urrea aragoneses liderados por el señor de Biota, Juan Jiménez de Urrea, en el bando unionista, tras cuya derrota y posterior confiscación de bienes, aunque no causó la posterior extinción de la rama aragonesa y absorción de los bienes por la rama de Alcalatén, lo aceleró.
De este linaje desciende Lope de Urrea, III vizconde de Rueda de Jalón y señor de Aranda y Épila. En 1488 Fernando II de Aragón dará el título de conde de Aranda a un miembro de esta familia: Lope IV Jiménez de Urrea, quien ya era vizconde de Rueda, señor de Almonacid, Épila, Trasmoz, La Mata de Castilviejo, Salillas de Jalón y Casanueva y que con la adquisición de Lumpiaque y Suñén en 1482 se aseguró el dominio casi absoluto de la ribera baja del río Jalón y los valles del Aranda y Isuela.[6]
La temprana muerte de Lope IV dividió los territorios de la familia entre su hijo mayor, Miguel Ximénez de Urrea, que le sucedió en el condado de Aranda, y el segundogénito, Pedro Manuel de Urrea, que fue señor de Trasmoz.
El señorío de Berbedel también perteneció a un Urrea. Tuvieron también el castillo de Peracense en la frontera turolense.
El último miembro de este linaje fue el célebre conde de Aranda Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea.
Heráldica
Sus armas heráldicas fueron un escudo bandado de seis piezas de azur y argent, tres de cada esmalte, aunque Pedro de Funes lo describió como losanges en vez de bandas.
A partir del 1625, cuando se realizó el sepulcro del IV conde de Aranda Luis Ximenez de Urrea y Aragón[c]es cuando el escudo heráldico empieza a ser representado junto al águila bicéfala, en referencia al origen legendario de la familia.
Panteones familiares
De acuerdo a los ideales de la Baja Edad Media expuestos por autores como Petrarca en sus Triunfos, en los que la fama de una persona podía vencer a la muerte, el proclamar la fama a través de los sepulcros se convirtió en una de las formas de alcanzar este fin y por lo tanto una de las intenciones del virrey Lope Ximenez de Urrea era la de consagrar un lugar de entierro familiar en donde esta fama del linaje se pudiera hacer visible.
Es por esto que el IV vizconde se decidió a dejar en su testamento la construcción de una suntuosa tumba en la parroquia de Santa María de Épila, población preferida del linaje desde tiempos de su abuelo, Lope Ximenez de Urrea y Luna, quien la compró en el 1396[7] pero que tuvo que ser realizada bajo encargo de su hijo Lope al imaginero darocense Gil Morlanes El Viejo, quien probablemente la realizó, o al menos montó, en el 1487.
Tras su muerte y posterior entierro provisional en la catedral de Santa Ágata en Catania, sus restos fueron repatriados a Épila, donde según su testamento del 23 de noviembre de 1464 había mandado construir una capilla en advocación a San Miguel y los ángeles por valor de quince mil sueldos, habiendo sido terminada el 16 de agosto del 1477, cuando su viuda la dota de dieciocho mil sueldos junto con otra capellanía.
El origen de un panteón familiar
La primera noticia que tenemos en el que el panteón se encontraba ya instaurado es en el 1490, cuando el 22 de marzo de ese mismo año el heredero homónimo de Lope, pide ser enterrado enterrado junto con sus padres y abuelos. Antes de la construcción de la capilla de San Miguel, el padre y abuelo del virrey habían expresado en sus testamentos el deseo de ser enterrados en la seo de Zaragoza, pero una vez esta fue construida los sucesivos herederos del virrey como su hijo, nuera, nieto y bisnieto, el malogrado Hernando Ximenez de Urrea, pidieron ser enterrados ahí.
Su nieto, el II conde de Aranda, Miguel Ximenez de Urrea, pidió ser enterrado en la misma capilla probablemente debido al deseo de resaltar el poder familiar y afianzar su patrimonio, razón por la cual impulsó la narrativa del origen imperial de la familia y planteó una gran reforma del enterramiento ya que se encontraba en mal estado, aunque no se llegó a realizar por el incumplimiento de sus decretos testamentales .Tras las sucesivas fundaciones de las capillas panteón en el convento de San Sebastian y la Concepción Inmaculada, la capilla de Santa María la Mayor pasó a un segundo plano, enterrándose en ella los miembros menores de la familia.
El entierro del IX conde de Aranda en la capilla de San Miguel de la Iglesia de Santa María la Mayor de Épila tras una dilatada reforma iniciada en el 1726 llevó a que en el 1769 el capítulo parroquial solicitara al ya X conde de Aranda, Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, el permiso para demoler el panteón dinástico y el paso a la tribuna que la casa tenía en la parroquia por ser necesario para el desarrollo de los trabajos por lo que el conde se comprometió a la construcción de una nueva capilla, que terminó siendo la del Santo Cristo y en donde se recolocó el sepulcro del virrey bajo un arcosolio que le evocaba. Finalmente el 14 de noviembre de 1798 se reinhumaron los restos del virrey aunque con los estudios antropológicos realizados en la campaña de restauración del sepulcro realizados en el 2010, se pudo confirmar que en esta reinhumación se incluyeron los restos oseos del virrey junto con los de su esposa Catalina de Centelles, su hijo Lope Ximénez de Urrea y su nieto Miguel Ximénez de Urrea. Además de los dos sarcófagos que según la inscripción incorporada a la parte baja del epitafio, corresponden a Luis Augusto y Ventura Abarca de Bolea, hijos del X conde de Aranda y su primera esposa, Ana María Fernández de Híjar, fallecidos respectivamente en 1751 y 1750.
La aparición de nuevos panteones familiares
El nieto y heredero del Miguel Ximenez de Urrea fue Juan Jiménez de Urrea, III conde de Aranda, quien aunque en su primer testamento de 1554 pidió ser enterrado en la capilla "de los señores", en su testamento del 1585 pidió ser enterrado en el desaparecido convento de San Sebastián de la misma población, que había fundado en el 1570 y donde ya reposaban los restos de su madre Aldonza de Cardona y Enríquez y posiblemente los de su primera esposa Isabel de Aragón, fallecida en el 1562 y donde inicialmente también estuvo enterrado su sucesor Luis Ximenez de Urrea IV conde de Aranda, aunque posteriormente su heredero, Antonio Ximénez de Urrea lo trasladó en 1625 al nuevo convento capuchino de San José de Épila para su colocación en una tumba parietal reinstalada en 1857 en la capilla de la casa de campo de Mareca, donde continúa.[5]
El V conde de Aranda terminaría fundando en el 1622 un convento de concepcionistas de la Inmaculada anexo al palacio ducal para convertirlo en su capilla palatina y nuevo panteón familiar, enterrando ahí a sus dos esposas, Luisa de Padilla y Manrique que falleció en el 1646, y a su segunda esposa Felipa Clavero que falleció en el 1712, que tras la muerte del V conde sin sucesores disfrutó del largo usufructo de viudedad mientras que la rama cadete de los señores de la Vilueña, marqueses de la Vilueña desde el 1691, con Pedro Pablo Ximénez de Urrea Fernández de Heredia y Zapata como VI conde de Aranda quien reedificó la iglesia del convento de Santa Inés de Zaragoza, en donde ya estaban enterrados sus padres para contar ahí con un panteón familia, aun inconcluso en el año de su propia muerte pero en el que se enterró tras su muerte su heredero Dionisio Ximénez de Urrea Fernández de Heredia y Zapata, VII conde de Aranda.
Tras la muerte del VII conde de Aranda sin hijos, tras el litigio el título recayó en su nieto Francisco Ramón de Monserrat Ximénez de Urrea y Rocafull a través de su hija Antonia Ximenez de Urrea y de su marido Guillén Manuel de Puixmarín Rocafull, vizconde de Rocabertí. Tras la muerte del VIII conde de Aranda también sin hijos el título pasó a los marqueses de Torres con Pedro de Alcántara Buenaventura Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea a la cabeza.
Árbol genealógico
Desde la fundación hasta el siglo XIV
Árbol genealógico de la casa de Urrea entre los siglos XII y XIV | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Desde el siglo XIV en adelante
Árbol genealógico de la casa de Urrea desde el XIV | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Notas
- ↑ A veces también se le llama Rui o Ruy
- ↑ A menudo aparecen el los documentos con esta denominacion de "El mayor" o "El menor" para diferenciarlos de sus parientes homónimos valencianos.
- ↑ El sepulcro se erigió en el convento capuchino de San José de Épila, aunque hoy día en se encuentra en Mareca, un caserío a las afueras de Épila que también fue de los condes.
Referencias
- ↑ a b Moreno Meyernhoff, Pedro (1999). «La leyenda del origen de la casa de Urrea, etiología de una tradición». Emblemata: Revista aragonesa de emblemática (5): 57-88. ISSN 1137-1056. Consultado el 17 de septiembre de 2024.
- ↑ a b García Edo, Vicent (2019). «Los orígenes de la Casa de Urrea: linaje y patrimonio en los reinos de Aragón y Valencia (siglos XII-XIII)». Medievalismo: revista de la Sociedad Española de Estudios Medievales (29): 141-174. ISSN 1131-8155. Consultado el 19 de septiembre de 2024.
- ↑ Sesma Muñoz, José Ángel (2014). «El rey, las Cortes y la gran nobleza. Aragón, 1347-1357». Miscelánea de estudios en homenaje a Guillermo Fatás Cabeza, 2014, ISBN 978-84-9911-302-9, págs. 655-666 (Institución "Fernando el Católico"): 655-666. ISBN 978-84-9911-302-9. Consultado el 1 de octubre de 2024.
- ↑ Bohigas Roldán, Ramón; García Alonso, Manuel (1999). «Gonzalo González de Lucio, Señor del Torrejón de Las Henestrosas». Cuadernos de Campoo 5 (15): 15-18. ISSN 1136-9639. Consultado el 25 de septiembre de 2024.
- ↑ a b Barrueco Salvador, Manuel (1988). «El convento agustiniano de Epila y el testamento de la Condesa de Aranda doña Isabel de Aragón ( 1562)». Archivo Agustiniano 72 (190): 75-126. ISSN 0211-2035. Consultado el 27 de septiembre de 2024.
- ↑ Navarro Espinach, Germán: La formación de los señoríos del Condado de Aranda publicado en El Condado de Aranda y la nobleza española en el Antiguo Régimen, 2009, ISBN 978-84-9911-042-4 , páginas. 65-84 .
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Bibliografía
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