La comedia heroica, de historia o historial es un subgénero literario teatral que nació en el teatro clásico español del Siglo de Oro y se caracteriza por desarrollar tramas generalmente de historia nacional o extranjera, y por contener personajes de la alta nobleza: reyes, príncipes, generales, duques etcétera, con uso de gran aparato escenográfico y tramoya y un vestuario lujoso.[1] En Europa derivó en el llamado drama heroico de John Dryden o Dormont de Belloy.
Características
En ella la historia no funciona como coordenadas o marco de una temática diferente, como en Fuenteovejuna o en Peribáñez y el comendador de Ocaña de Lope de Vega, sino como la sustancia misma del argumento, que, por lo general, contiene al menos una escena culminante o climática.[2] Su intención no es intervenir activamente en la política de su tiempo, aunque al menos se puede citar un ejemplo de lo contrario, como es el del dramaturgo Francisco Bances Candamo, que con La piedra filosofal, estrenada en 1693, se mostró proborbónico en medio de grandes intrigas palaciegas, atrevimiento que pagó con creces.
Por demás, fue un género bastante popular, porque exaltaba los afanes patrióticos referentes a hazañas del orgullo nacional o militar o a héroes legendarios (Don Pelayo, Raquel, el Cid, Fernán González, Guzmán el Bueno...), para cuyo lucimiento era necesaria una gran espectacularidad formal y, cuando se trataba de historia extranjera, apariencias llamativas y exóticas. Cultivado por los dramaturgos populares, fue un género unánimente detestado por los dramaturgos del Neoclasicismo, por ejemplo Leandro Fernández de Moratín, quien lo zahirió sin piedad en su La comedia nueva o El café, evocando sin mucho disimulo al dramaturgo más abundante de este tipo de obras, Luciano Francisco Comella. Sin embargo, era tan demandado por el público vulgar, ansioso de espectáculo, que trascendió a Francia con las piezas de Dormont de Belloy, Jean Rotrou y Pierre Corneille (Le Cid), y a Inglaterra con John Dryden (La conquista de Granada, 1669).[3]
Los temas son siempre conflictos violentos, muchas veces militares (guerras, batallas, asedios, raptos, usurpaciones), los lugares y personajes exóticos, el tema histórico e ilustre y los héroes admirables, ponderando virtudes como el valor, la lealtad y el patriotismo, por lo cual eran muy estimadas como propaganda del Antiguo Régimen.
Contenidos y evolución
Aunque se formó en el siglo XVI, con las comedias histórico-legendarias de Juan de la Cueva (Tragedia a la muerte de Áyax Telamón sobre las armas de Aquiles; Comedia de la libertad de Roma por Mucio Cévola; Comedia del saco de Roma; Comedia de la muerte del rey don Sancho...), las de Guillén de Castro (Las mocedades del Cid, etc.) y las clasicistas Nise lastimosa y Nise laureada (1577) de Jerónimo Bermúdez, sobre la tragedia de Inés de Castro, por no hablar de la Numancia (1585), de Miguel de Cervantes, es en el siglo XVII, retomada por Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca, y a finales del siglo XVIII, cuando se muestra completamente madura. Sus temas o argumentos son elevados; el argumento histórico, sobre todo de historia clásica, aparece «moral» y «docto», capaz de elevar el auditorio, de enseñar («acasos de la fortuna, largas peregrinaciones, duelos de gran fama, altas conquistas, elevados amores y, en fin, sucesos extraños, y más altos y peregrinos que aquéllos que suceden en los lances que, poco ha, llamé caseros», escribe el dramaturgo Francisco Bances Candamo[4]. Palacios, escuadrones, batallas, asedios, desfiles, duelos, armas, ruidos, luchas, incendios, humo, tiros de arcabuz son efectos frecuentes y recurrentes en este tipo de comedias.
Obras
Entre muchas de ellas pueden citarse, solo a título de ejemplos, en el siglo XVII El caballero sin nombre, de Antonio Mira de Amescua; Los tres blasones de España, de Antonio Coello y Francisco Rojas Zorrilla; El Rey don Sebastián y portugués más heroico (1663), del enigmático Francisco de Villegas.[5]
El cadalso para su dueño (1780), de Manuel Fermín de Laviano, adaptada por el italiano Carlo Gozzi; El sitio de Calés y La Moscovita sensible, ambas de 1790 y por Luciano Francisco Comella, uno de los escritores más fecundos del género; La mayor piedad de Leopoldo el Grande, de Gaspar Zavala y Zamora; Dido abandonada (1790), de Vicente Rodríguez de Arellano; Ciro, príncipe de Persia de José de Concha; Defensa de La Coruña por la heroica María Pita (1784), de Antonio Valladares de Sotomayor; Lograr el mayor imperio por un feliz desengaño (¿1775?) y La más heroica piedad más noblemente pagada o El elector de Sajonia (1784) y Sertorio el Magnánimo (1784) de Luis Moncín, otro especialista del género; las anónimas La restauración de Orán y El héroe de la China...
Entre las clases de textos de este género destaca la llamada comedia genealógica, donde se exalta a los antepasados de un título nobiliario, muchas veces por encargo de un miembro de esa misma dinastía; se representaba en los palacios de la nobleza y, más raramente, en corrales de comedias.
Referencias
- ↑ Escalante Varona, Alberto (19 de junio de 2020). «De la comedia heroica barroca a la dieciochesca: apuntes sobre la renovación argumental del género en dos piezas sobre la Reconquista castellana». Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 8, núm. 2,. Procesos de modelización del teatro español del Siglo de Oro, coord. Juan Manuel Escudero Baztán. Consultado el 22 de mayo de 2023.
- ↑ Caso González, José Miguel. «Notas sobre la comedia de historia en el siglo XVIII». Consultado el 22 de mayo de 2023.
- ↑ Manuel Gómez García, Diccionario del teatro, Madrid: Akal, 1998
- ↑ Francisco Antonio de Bances Candamo, Theatro de los theatros de los passados y presentes siglos, ed. Duncan W. Moir, London, Tamesis, 1970, p. 33.
- ↑ «Francisco de Villegas». Bases de Datos Integradas del Teatro Clásico Español. Consultado el 22 de mayo de 2023.