A principios del siglo XIX, el prestigioso artista francés Gustave Courbet, atrae con una belleza artística inigualable a grandes masas, dotándolo así como un genio de la pintura. Durante el verano de 1869, Courbet se mudó a esta pequeña ciudad en las mágicas tierras de Normandía. Durante todo ese tiempo, pintó con gran pureza los acantilados de la zona, pero ningún óleo pudo competir contra El acantilado de Étretat después de la tormenta.
No hace falta la presencia de un humano para hacer que esta obra sea única, la nítida luz, la notable brisa que azota con desdén la dulce hierba, y también la fría y dura piedra que materializa al acantilado de Étretat, hacen de esta pintura una completa revolución paisajística. Esta obra nos da una pista sobre las pequeñas enseñanzas impresionistas, que perfeccionó el artista a lo largo de su vida.
Esta obra junto con El mar tormentoso fueron expuestas en el Salón de 1870, obviamente las obras fueron elogiadas públicamente por las sucesivas tramas que engloban a estas dos obras. Esto le dio más prestigio al artista, que pudo disfrutar de una gran reputación durante los últimos años de su vida.
Actualmente la obra se encuentra en el famoso Museo de Orsay, donde es observado con gran admiración por los turistas, no por su gran tamaño, si no por su indescriptible belleza.[1]
Referencias
- ↑ «La Falaise d'Etretat après l'orage - Gustave Courbet | Musée d'Orsay». www.musee-orsay.fr. Consultado el 1 de septiembre de 2023.