Se denomina magia blanca a aquellos actos de liturgia mágica cuya naturaleza es benéfica, para el bien propio o el de los demás. Su opuesto es la magia negra.
La magia blanca combate los hechizos malignos, ya que busca la prosperidad, la integridad, el desarrollo físico y mental en conexión con el espíritu. Su base es la armonización de la buena voluntad humana.
Historia
Según Guy Bechtel, en todos los tiempos ha habido seres que decían tener poderes sobrenaturales y practicar la magia. Desde sacerdotes hasta emperadores se arrogaban el título de «mago». Había funcionarios estatales que trabajaban de adivinos o augures y se dedicaban a augurar quién sería el vencedor en la batalla. Eran los magos.
La brujería, en cambio, ejercida por gente de menor nivel cultural y económico, era vista como un subproducto de la magia. La gente recurría a los brujos y brujas para ahuyentar la mala suerte o mejorar las cosechas. En los principios se trataba de una brujería benéfica. Las brujas o brujos practicaban la llamada magia blanca. Esto se veía en Occidente tanto como en Oriente: en la Antigua Roma, en la Antigua Romelia, en el Antiguo Egipto e incluso en África existían talismanes contra el mal de ojo, amuletos, hierbas mágicas y pociones. Recién con el cristianismo aparece el concepto de brujería como herejía religiosa ligado principalmente a las mujeres, y el mago (magus) va dejando lugar al brujo (maleficus), con lo que el combate contra la magia se convierte en sinónimo de lucha contra el paganismo.[1]
Adoración de la Diosa
Aunque no es exclusivamente una búsqueda femenina, la magia blanca moderna a menudo se asocia con conceptos estereotípicamente femeninos como el de la diosa madre, Afrodita, la luna y otros espíritus de la naturaleza. En las historias modernas o en los cuentos de hadas, la idea de magia blanca a menudo se asocia con una mujer sabia o un espíritu maternal afectuoso. El vínculo entre la magia blanca y la Madre Tierra es un tema habitual en la brujería moderna. Un brujo blanco siempre busca el consejo de los dioses, espíritus y del inconsciente. Un oráculo puede ser, por ejemplo el Tarot, I-Ching, runas u otros.
Referencias
- ↑ Bechtel (2001). «Capítulo 3: La bruja». Las cuatro mujeres de dios. Montevideo, editorial Zeta. ISBN 978-84-96778-78-8.