Preside la plaza el monumento en homenaje a Juan de Lanuza, justicia de Aragón ejecutado en 1591 por el episodio conocido como las Alteraciones de Aragón.
El pedestal es de piedra de Codos; la estatua de bronce fue fundida en una sola pieza en los talleres zaragozanos de Averly y ya estaba construida en 1892.
Dimensiones
El conjunto tiene unos 10 metros de altura y la base de su pedestal, cerrada por cadenas de hierro, forma un cuadrado de 6 metros de lado. La escultura del Justicia mide 2,8 metros de alto.[1]
Cronología
La idea de un monumento al Justicia ya fue pensada y propuesta por una Comisión de las Cortes del Trienio Constitucional en 1821 y se retomó a partir de 1868; el proyecto de Félix Navarro es de 1887, después de que un concejal republicano defendiera en 1881 la construcción de una estatua dedicada a Juan de Lanuza; el conjunto escultórico fue inaugurado oficialmente el 22 de octubre de 1904 en el lugar donde antes estaba el monumento a Pignatelli.[1]
Promotor
Los promotores oficiales fueron la Diputación Provincial de Zaragoza y el ayuntamiento de la ciudad; fue costeado por ambas instituciones y por suscripciones de particulares.[1]
En los laterales del pedestal figuran: un texto de los Fueros de Sobrarbe: "Y para que no sufran daño nuestras libertades, velará un Juez medio al cual sea lícito apelar del Rey si dañase a alguien y rechazar las injurias si tal vez las infiriese a la república"; otro de "La capilla de Lanuza" (1871) de Marcos Zapata: "Sol brillante fue la libertad un tiempo, a cuya luz se agrupaban en las márgenes del Ebro los reyes con sus coronas, los vasallos con sus fueros, la nobleza con sus timbres y todos formaban un cuerpo"; en el frontal norte quedan recogidos nombres de unos 50 Justicias del Reino desde 1123.[1]
Biografía del representado
La estatua sedente representa la figura y la memoria de Juan de Lanuza, decapitado a los 27 años por las tropas de Felipe II tras un breve ejercicio temporal (tres meses) de un cargo habitualmente hereditario, por causa de haberse levantado contra la entrada del ejército real en Aragón.
Crónica
El monumento consiste, en palabras del propio Félix Navarro, en un “recinto de férreas cadenas y negros mármoles, sobre losas de color de sangre”, del que surge un “sobrio y fuerte pedestal” sobre el que se alza una columna, a cuyo pie se encuentra la estatua sedente del Justicia de Aragón, individualizado como Juan de Lanuza, en disposición de dictar sentencia (“en silla de juez, con grave dignidad”), rematada en su parte superior por un escudo de Aragón bajo una Corona y por una representación de la bola terráquea, de cobre cruzado por la inscripción “Justicia, ley suprema” y por ramas de laurel. Es el primero de los monumentos conmemorativos de mayor simbolismo y significado ciudadano levantados en Zaragoza en esa época dorada para la escultura pública que fue la de la sociedad española de la Restauración y e los comienzos del siglo XX. La Comisión de Notables que promovió el monumento desde finales del siglo XIX estaba formada por los presidentes de las tres diputaciones, los alcaldes de las capitales de provincia, representantes de la Audiencia, Colegio de abogados, directores de periódicos…etc., expresiva del consenso existente entre las elites ciudadanas y regionales, conservadoras y liberales, en recuperar el significado de la vieja institución aragonesa desde su dimensión de símbolo de identidad regional y de contribución ejemplar, a través del derecho, de la patria pequeña aragonesa, a la patria mayor de la común nación española.
Comentarios
El destino inicial del conjunto monumental era la plaza de la Constitución, luego de España, donde debía sustituir a la Fuente de la Princesa cuando la ciudad comenzaba a abordar la traída de aguas a las viviendas, pero en este lugar se impuso otro proyecto conmemorativo simultáneo, el que dio lugar al Monumento a los Mártires de la Religión y de la Patria, por lo que el Monumento al Justiciazgo fue emplazado definitivamente en la glorieta de Pignatelli, desplazando a la estatua del canónigo ilustrado hasta el Canal Imperial. La recuperación de la significación de la vieja institución medieval aragonesa se produjo en el contexto del liberalismo de comienzos de siglo, cuando quienes se oponían a la vieja monarquía absoluta recreaban e inventaban las “libertades” medievales aragonesas, castellanas (comuneros), catalanas, etc., para legitimar un constitucionalismo representativo y limitador del poder real; por esta razón los primeros proyectos memoriales se remontan a los días del Trienio Constitucional (1820-23), o la abundante literatura y pintura histórica del romanticismo asocian las figuras de Fernando VII y de Felipe II como opresores, y las de Lanuza o los comuneros con las de los mártires del liberalismo, desde Torrijos al General Riego. Las luchas políticas del siglo XIX impidieron que fuera adelante un proyecto conmemorativo identificado claramente con el progresismo liberal, lo cual fue solo posible durante el largo periodo de la Restauración en el que se asumieron comúnmente valores y símbolos liberales y ciudadanos.[1]
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