Rebelión de esclavos de Constantinopla | ||||
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Guerras habsburgo-otomanas Parte de guerras habsburgo-otomanas | ||||
Fecha | 29 de abril de 1618 | |||
Lugar | Constantinopla, imperio otomano | |||
Resultado | Victoria cristiana | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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La rebelión de esclavos de Constantinopla de 1618 fue un alzamiento de esclavos cristianos en la capital del imperio otomano, Constantinopla, encabezado por soldados españoles capturados. La revuelta terminó con gran parte de la ciudad destruida en un incendio provocado por los españoles, que huyeron en galeras robadas a la cabeza de 2000 insurgentes tras quemar la Armada Otomana.
Trasfondo
El artífice de la revuelta fue el alférez español García del Castillo Bustamante, nacido en Sevilla y estacionado en La Mamora antes de su captura en combate. Fue vendido como esclavo en Constantinopla hasta llegar a posesión del kadí mayor, que le tuvo en gran estima por sus cualidades personales.[1] Su segundo fue Marcos de Pinto, arquitecto natural de Salamanca, en aquel momento esclavo del sultán Osmán II en el Gran Palacio de Constantinopla,[2] y Pedro de Chaves, soldado nacido en Extremadura.[3]
Revuelta
En abril de 1618, Osmán II reunió una armada al mando de Khimshiashvili Bey para marchar contra el virreinato español de Sicilia, entonces regido por Francisco Ruiz de Castro. Las celebraciones por la partida de la armada ocuparon toda Constantinopla, alboroto que Bustamante aprovechó para tramar la revuelta. Poniéndose en contacto con Pinto y otros 30 cautivos cristianos, acordaron que cada uno de ellos prendería fuego a la casa de su amo y a todas las que pudiera el día 29 de abril, fiesta cristiana de San Pedro Mártir y quinto día del festival naval otomano.[2] Llegado el día, los cristianos cumplieron con lo acordado y los incendios que prendieron se propagaron por la ciudad, hasta el punto de que la misma mezquita de Santa Sofía se vio alcanzada por el fuego y sus puertas se quemaron.[2] El Gran Palacio también fue incendiado bajo indicaciones de Pinto, obligando a Osmán II y a su harén a abandonar el inmueble.[3]
Encontrando el puerto casi desguardado, ya que la marinería local había acudido a asistir en las labores de extinción, Chaves les incitó a asaltar también los buques atracados. Los sublevados asaltaron una galera y desherreraron a los galeotes cristianos, con ayuda de los cuales fueron tomando cada galera en puerto, recabando una creciente revuelta que ascendió a 2000 cristianos de todas las naciones.[4] Tras tomar y tripular cuatro galeras y una serie de botes, se hicieron con los artefactos incendiarios que los propios turcos guardaban para atacar Sicilia, y los usaron para prender fuego a todos los demás navíos.[4] Contentos con el desenlace del día, Bustamante y sus compañeros llamaron a escapar de la ciudad. La improvisada flotilla pasó sin problemas por las torres de guardia, cuyos vigías las reconocieron como embarcaciones de cuño otomano y creyeron que se trataba de marineros turcos alejando sus naves del fuego.[4]
La destrucción en Constantinopla fue masiva. Además de los daños al Gran Palacio y la mezquita mayor, se quemaron 40.000 casas y cuatro mezquitas más en el intento de extinguir el fuego en las dependencias reales.[3] Perecieron 12.000 habitantes de la ciudad, entre ellos 500 jenízaros de la guardia personal del sultán y 200 alfaquíes, además del alfaquí mayor, el visir de la ciudad, varios bajáes y el mismo Khimshiashvili Bey. Las mezquitas históricas de Beyazid y Fatih se quemaron parcialmente, y los daños materiales a la ciudad y sus bienes adquirieron cifras millonarias.[5] La flota en puerto, contando alrededor de 200 navíos militares y mercantes, incluyendo la propia armada con destino a Sicilia,[3] fue completamente destruida por las llamas.[4]
Una vez en mar abierto y a salvo, los fugados pusieron rumbo a Malta y se dedicaron a asaltar y capturar cada barco musulmán que encontraron por el camino, de manera que al arribar a la isla llevaban 30 embarcaciones.[4] Los malteses inicialmente dieron la alarma al creer que era la propia armada otomana quien acudía, pero la confusión se disipó al enarbolarse banderas blancas y desembarcar Bustamante en una falúa. Sabida la noticia, los cristianos fueron así recibidos con honores por el gran maestre Alof de Vignacourt y los comendadores locales, "que de alegría se les saltaban las lágrimas".[6] Tras dos días de celebraciones y misas por el evento en Malta, se aderezaron las galeras a la cristiana para transportar a los liberados a Sicilia y Nápoles, entregándolas a los respectivos virreyes Ruiz de Castro y Pedro Téllez-Girón, duque de Osuna.[7]
Posterioridad
El impetuoso Osmán II se enfureció con los acontecimientos hasta el punto de enfermar, y ordenó ejecutar y torturar a multitud de cristianos hasta entender lo que había sucedido. Aun así, sólo tuvo informe completo de los hechos por un renegado griego que regresó de la flota de Bustamante.[8] El sultán amenazó con invadir Malta si no le eran entregados los tránsfugas y las embarcaciones, pero se topó con una negativa desafiante de Vignacourt. El gran maestre alertó al Duque de Osuna sobre la posibilidad de que Osmán reconstruyera la armada y cumpliera con su amenaza, pero nunca llegó a suceder.[8][9]
Referencias
- ↑ Duro, 1885, p. 384.
- ↑ a b c Duro, 1885, p. 385.
- ↑ a b c d Duro, 1885, p. 386.
- ↑ a b c d e Duro, 1885, p. 387.
- ↑ Duro, 1885, p. 389-390.
- ↑ Duro, 1885, p. 387-388.
- ↑ Duro, 1885, p. 389.
- ↑ a b Duro, 1885, p. 390.
- ↑ Bunes Ibarra, 1989.
- Bunes Ibarra, Miguel Ángel (1989). La imagen de los musulmanes y del Norte de Africa en la España de los siglos XVI y XVII: los caracteres de una hostilidad. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ISBN 9788400069575.
- Fernández Duro, Cesáreo (1885). El gran duque de Osuna y su marina: jornadas contra turcos y venecianos (1602-1624). Sucesores de Rivadeneyra.
- Colección monográfica africana: Ediciones 1-19. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 1967.